Vol. 4 Núm. 11 (2006)

EDITORIAL

Cuando hace más de diez añosrealizábamos la presentación delprimer número de Historia Caribeseñalamos que luego del número diezpodíamos comenzar a hablar deconsolidación de este proyectoeditorial, lo cual parecería cumplirsecon la presentación del número once.Sin embargo, las cosas no son así tansimples teniendo en cuenta el agresteentorno social, económico y culturalen que se mueven este tipo depublicaciones.

De todas maneras, volviendo a superarlas dificultades pecuniarias del casopresentamos el número once dedicadoa Manuales Escolares, sociabilidadesy ciudadanía. El primer grupo deartículos de este número se ocupan delos Manuales Escolares en Argentinay Puerto Rico. Dos países latinoamericanosdistantes geográficamente,pero vinculados por las representacionesy discursos sobre ellos elaboradosen los textos de lectura y enseñanza dela historia. Las docentes e investigadorasargentinas Amelia Beatriz Garcíay Glenda Miralles presentan e interpretanlas representaciones elaborados porlos textos escolares sobre el sur Argentino,un territorio árido con bajas temperaturasque a mediados del siglo XXfue ordenado para efectos administrativo-políticos en las Provincias de laPatagonia. Desde la “isla del encanto”;el historiador barranquillero AlexTámara, centrado en los tres primerosdecenios del mismo siglo, analiza losdiscursos y símbolos contenidos en losmanuales escolares utilizados en laenseñanza de la historia en PuertoRico. Por otro lado, su coterráneoDalin Miranda Salcedo centra su atención,y la de los lectores, en el manualde estética El arte de la belleza o secretosdel tocador, de la bailarina europeaLola Montes; el autor analiza elimpacto alcanzado por esta publicaciónen San Juan Puerto Rico, ciudad dondefue censurado por la Iglesia Católicapor su contenido transgresor.

En la segunda sesión, que lleva el titulode Redes Sociales, la historiadora LuzMarina Morales se apropia de lacategoría de Red Social para estudiarlas familias y los negociantes en laciudad de Puebla, México, en eltránsito del siglo XVIII al XIX. En suartículo muestra como un grupo defamilias a partir de los negocios,alianzas familiares y matrimoniosfueron construyendo tupidas redes depoder basadas en el compadrazgo y elclientelismo político.

Cancelando una especie de deuda connuestros lectores la sección Historiaregional trae cuatro artículos dejóvenes historiadores egresados de lasuniversidades de Cartagena y delAtlántico y quiénes cursan estudios demaestría en la disciplina. MiguelSuárez Araméndiz examina el procesode independencia en Valledupar. Uncaso que ha recibido poca o, tal vez,ninguna atención de la historiografíacolombiana. Roicer Flórez Bolívarincursiona en un tema complejo: la construcción de la ciudadanía en losinicios del régimen republicano.Complejo ya que se trataban desociedades en tránsito del antiguorégimen hispánico al nuevo ordenrepublicano, en las cuales la existenciade individuos libres y autónomos,condición sine qua non para laconsolidación de la ciudadanía, estabaausente. El problema planteadomantiene su vigencia en las sociedadescontemporáneas preocupadas más enfomentar escuelas de liderazgos(¡!) queen la formación de ciudadanos. En lamisma línea, pero estudiando lossectores populares, Francisco Flórezcuenta su participación en laconstrucción de la República. Otratema problemático, toda vez que sedeben tener claro aspectos como eldefinir a los sectores populares,quiénes eran los artesanos. Para elloexisten, para el caso de la coloniacensos sobre estos, listados quepermitirían establecer las redes quetejieron, así como qué tipo desociabilidades practicaron, quésignificado tenía lo “democrático” paralos diferentes actores sociales ypolíticos del siglo XIX. Estas son soloalgunas de las inquietudes que surgenal plantearse el problema de lossectores populares. El artículo deFrancisco Flórez no tiene pretensionesalgunas sobre ellas; solo es el“abrebocas” a un tema muy eludido porla historiografía colombiana.Finalmente, Adriano Guerra nosintroduce en otro problema sobre elcual ha corrido buena tinta: “ellevantamiento del nueve de abril de1948”. Sin embargo, el autor presentaotras voces: la de los navegantes de losbuques que transitaban por el ríoMagdalena durante esos díastumultuosos. Para ello se apoya en lasprotestas de los capitanes registradasen los protocolos de la notaría primerade Barranquilla y que reposan en elArchivo Histórico del Atlántico.

Al llegar a la edición numero 11,constituida en gran parte por la nuevageneración de historiadores formadosen las Universidades del Atlántico yCartagena, Historia Caribe reitera sucompromiso de contribuir a laconstrucción y divulgación del saberhistórico en la región.

Este ha sido nuestro norte a lo largo demás de una década y ante los actualesmomentos que vive la sociedadregional y nacional el conocimiento dela historia cobra mayor importancia.En efecto, la historia brindaconocimientos y elementos de juicio alos ciudadanos, quienes debenconvertirla en un insumo que lespermitirá, ojala más temprano quetarde, comprender las razones de unacompleja realidad social que urge seranalizada y explicada bajo el rigoracadémico y principios de veracidadpara superar parroquialismos, lugarescomunes, obviedades, mitos yficciones que aun suelen caracterizaralgunas tendencias de la historiografíanacional. Las mismas que al parecer,no se han dado cuenta o pretendenseguir ocultando que muchos aspectosde la realidad colombiana superancualquier ficción literaria y que másque un sueño de los padres tutelaresde la patria, nuestra realidad seconvirtió en una “pesadilla sin fin” dela cual quisiéramos despertar.

Publicado: 2012-04-20