Sección: Artículos
Publicado: 2014-07-25

Cultura sindical mendocina: organización gremial y conflictividad en tiempos de la dictadura de la Revolución Argentina

  • Marcela Emili Parisi Profesora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina) y a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina).

    La autora es estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) y Becaria de Posgrado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina). Entre sus artículos recientes tenemos: “Los estudios sobre trabajadores en Mendoza: revisión historiográfica e hipótesis preliminares”, en Estudios del ISHIR, Vol. 3 No. 6, (2013) y “La historiografía académica como herramienta de las políticas de la memoria: el tratamiento del conflicto en la historia reciente de la provincia de Mendoza, Argentina”, en Letras Históricas, No. 6 (2012). Entre sus temas de interés está la Historia del movimiento obrero y estudios del trabajo. 

Palabras clave: (en) trade unions, Trade Union culture, conflict, Mendoza.
Palabras clave: (es) movimiento sindical, cultura sindical, conflictividad, Mendoza.

Este trabajo analiza las expresiones sindicales de la provincia de Mendoza durante la dictadura de la Revolución Argentina. Nos interesa describir rasgos de la cultura sindical del período, las prácticas sindicales de los trabajadores mendocinos y la dinámica que tuvo la actividad gremial en la región. Para realizar el estudio utilizamos fuentes escritas –periódicos y documentos sindicales– y orales, recuperando las experiencias de dirigen- tes y delegados de esa época. 

This work analyses the union’s expressions during the dictatorship of the Revolución Argentina in the province of Mendoza. We want to describe features of the Trade Union culture of the period, worker’s trade union practices and the dynamics that had trade union’s activity in the region. In order to realize the study we use newspapers and trade union’s documents and we interviewed leaders and delegates of those times. 

Este artigo analisa as expressões sindicais da província de Mendoza, na ditadura da Revolución Argentina. Estamos interessados em descrever traços da cultura sindical do período, das práticas sindicais e da dinâmica que teve a atividade sindical na região. Para o estudo foram utilizadas fontes escritas –jornais e documentos sindicais– e orais, recuperando as experiências de líderes e representantes da época. 

Cet article analyse des expressions syndicales durant la dictature de la Revolución Ar- gentina dans la province de Mendoza. Nous voulons décrire les caractéristiques de la culture syndicale, les pratiques syndicales de travailleurs de Mendoza et la dynamique ayant une activité syndicale dans la région. Pour l’étude, nous utilisons des sources écrites –journaux et documents syndicales– et oral, récupérant les expériences de dirigeants et délégués. 

Referencias

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(32) Roberto Tobares, Mendoza, 12 de julio de 2012. Trabajador telefónico, delegado y miembro de la Comisión Directiva de FOETRA.

(33) Daniel Collado, Mendoza, 8 de marzo de 2012. Trabajador telefónico, delegado y miembro de la Comisión Directiva de FOETRA.

(34) Mabel Garro, Mendoza, 20 de noviembre de 2013. Trabajadora telefónica y delegada.

(35) Carlos Echegaray, Mendoza, 18 de noviembre de 2013. Trabajador vitivinícola, delegado.

(36) RH, Mendoza, 24 de julio de 2012. Trabajador gráfico y miembro de la Comisión Directiva de SAGM.

Cómo citar
Parisi, M. E. (2014). Cultura sindical mendocina: organización gremial y conflictividad en tiempos de la dictadura de la Revolución Argentina. Historia Caribe, 9(25), 153-180. Recuperado a partir de https://investigaciones.uniatlantico.edu.co/revistas/index.php/Historia_Caribe/article/view/1233

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Cultura sindical mendocina: organización gremial y conflictividad en tiempos de la dictadura de la Revolución Argentina

Marcela Emili Parisi*

*Profesora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina) y a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina). Correo electrónico: mc_emili@yahoo.com.ar. La autora es estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) y Becaria de Posgrado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina). Entre sus artículos recientes tenemos: “Los estudios sobre trabajadores en Mendoza: revisión historiográfica e hipótesis preliminares”, en Estudios del ISHIR, Vol. 3 No. 6, (2013) y “La historiografía académica como herramienta de las políticas de la memoria: el tratamiento del conflicto en la historia reciente de la provincia de Mendoza, Argentina”, en Letras Históricas, No. 6 (2012). Entre sus temas de interés está la Historia del movimiento obrero y estudios del trabajo.

Recibido: 31 de marzo de 2014

Aprobado: 30 de mayo de 2014

Modificado: 30 de junio de 2014

Cultura sindical mendocina: organización gremial y conflictividad en tiempos de la dictadura de la Revolución Argentina

Resumen

Este trabajo analiza las expresiones sindicales de la provincia de Mendoza durante la dictadura de la Revolución Argentina. Nos interesa describir rasgos de la cultura sindical del período, las prácticas sindicales de los trabajadores mendocinos y la dinámica que tuvo la actividad gremial en la región. Para realizar el estudio utilizamos fuentes escritas –periódicos y documentos sindicales– y orales, recuperando las experiencias de dirigentes y delegados de esa época.

Palabras clave: movimiento sindical, cultura sindical, conflictividad, Mendoza.

Union Culture from Mendoza: trade union organization and conflict in times of the dictatorship of the Argentine Revolution

Abstract

This work analyses the union’s expressions during the dictatorship of the Revolución Argentina in the province of Mendoza. We want to describe features of the Trade Union culture of the period, worker’s trade union practices and the dynamics that had trade union’s activity in the region. In order to realize the study we use newspapers and trade union’s documents and we interviewed leaders and delegates of those times.

Key words: trade unions, Trade Union culture, conflict, Mendoza.

Cultura sindical de Mendoza: Grêmio e conflito em tempos da ditadura da Revolução Argentina

Resumo

Este artigo analisa as expressões sindicais da província de Mendoza, na ditadura da Revolución Argentina. Estamos interessados em descrever traços da cultura sindical do período, das práticas sindicais e da dinâmica que teve a atividade sindical na região. Para o estudo foram utilizadas fontes escritas –jornais e documentos sindicais– e orais, recuperando as experiências de líderes e representantes da época.

Palavras-chave: movimento sindical, cultura sindical, conflitos, Mendoza.

Culture syndicale à Mendoza: organisation corporative et conflits sociaux à l’époque de la dictature de la Révolution Argentine

Résumé

Cet article analyse des expressions syndicales durant la dictature de la Revolución Argentina dans la province de Mendoza. Nous voulons décrire les caractéristiques de la culture syndicale, les pratiques syndicales de travailleurs de Mendoza et la dynamique ayant une activité syndicale dans la région. Pour l’étude, nous utilisons des sources écrites –journaux et documents syndicales– et oral, récupérant les expériences de dirigeants et délégués.

Mots-clés: mouvement syndical, culture syndicale, conflits, Mendoza.

Introducción

Es difícil pensar en las experiencias sindicales de Argentina de la década del 60 sin que Vandor1 y el “vandorismo” se hagan presentes. El vandorismo2 fue desde su surgimiento como práctica sindical también una práctica política por el hecho de que los sindicatos peronistas –la mayoría lo era– aparecieron como los representantes legales del movimiento liderado por Juan Domingo Perón (proscripto desde 1955). Sin embargo, la hegemonía sindical vandorista estuvo tensada por un sindicalismo alternativo, cuyo carácter ‘basista’ se desprende de la conformación de las comisiones internas y cuerpos de delegados y de los modos diferenciales (en cada ámbito de trabajo) de relación entre bases-delegados-organización sindical-contexto socio-político general.

En un intento de acercarnos a algunos de los rasgos que asumieron las corrientes sindicales alternativas al vandorismo en la provincia de Mendoza, recuperamos las experiencias de los trabajadores mendocinos de las décadas del 60 y 70, concretamente desde 1966 hasta 1973, período en que Argentina estuvo gobernada por la dictadura de la autodenominada Revolución Argentina3. El objetivo del trabajo es reconstruir aspectos de la cultura sindical de esos años.

El movimiento sindical ha sido muy estudiado en los grandes centros industriales de Argentina, sin embargo las expresiones dominantes y subalternas del sindicalismo por fuera de los grandes aglomerados urbanos conforma un espacio social poco investigado. Como entendemos que es necesario enmarcar la temática sindical provincial en su dinámica nacional, el fin perseguido al abordar este trabajo es establecer un diálogo con los problemas que la historiografía nacional plantea.

El trabajo fue realizado con fuentes escritas y orales. En cuanto a las primeras, efectuamos un registro cotidiano del diario provincial Los Andes y analizamos los libros de actas (de asambleas y reuniones de comisión directiva) del Sindicato de Artes Gráficas de la provincia. Hacemos también algunas entrevistas en profundidad a delegados y miembros de comisiones directivas que actuaron en el período bajo estudio. La información obtenida en esas fuentes fue completada con la –escasa– bibliografía referida al movimiento sindical local4.

1. Antes de comenzar haremos una breve reflexión sobre las fuentes utilizadas

El acceso a fuentes escritas que permitan reconstruir diversos aspectos del movimiento sindical es una tarea ardua y muchas veces infructuosa. La posibilidad de utilizar los diarios provinciales nos permitió dar cuenta de una vida sindical activa en Mendoza, pero no pudimos rastrear las luchas encaradas por los trabajadores a través de esa fuente porque casi no hay registro de las mismas. Seguramente esto responde a una política editorial vinculada a los sistemas de la memoria implementados desde los sectores dominantes cuyo fin es suprimir el conflicto de la historia provincial5.

En cuanto a los documentos sindicales, tampoco ha sido factible ya sea porque no existen o porque no tenemos el permiso de las dirigencias actuales para consultarlos. Cabe mencionar que en algunos gremios (como el de la construcción o el de los trabajadores vitivinícolas) los archivos están centralizados en Buenos Aires. Hasta el momento la única excepción corresponde al Sindicato de Artes Gráficas6.

Respecto a las fuentes orales, hemos comenzado una tarea de construcción de las mismas, entrevistando a trabajadores del período bajo estudio, tarea que ha resultado muy satisfactoria7. La riqueza de esos testimonios para el estudio de nuestro tema es central ya que nos acerca a los sujetos y a la forma en que vivieron y entendieron la militancia sindical.

2. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a cultura sindical?

Para conceptualizar nuestro objeto de estudio hemos consultado algunos autores que desde diversas perspectivas y con variados enfoques estudian aspectos culturales del movimiento obrero. Partimos de la definición de cultura que Eagleton, retomando a Williams, presenta como un conjunto de prácticas –materiales y simbólicas– que en su conformación, siempre en ejercicio, permiten orientar estrategias que combinan –casi siempre en tensión– problemáticas específicas con luchas de carácter más general8.

La categoría de cultura es utilizada como una herramienta heurística que permite desentrañar las relaciones y mutua constitución entre estructura y sujeto. En este sentido entendemos que la cultura debe ser ubicada en el marco de un equilibrio determinado de relaciones sociales, de relaciones de poder, debe ser situada dentro de la morada material que le corresponde9, pero asumiendo que esa morada material no es determinista, ni impide las posibilidades de participación activa de los sujetos en su elaboración y resignificación. La cultura expresa la forma en que una clase experimenta su situación dentro del conjunto de las relaciones sociales. Esa experiencia de clase es a la vez material –determinada por las relaciones productivas– y subjetivas, al implicar una percepción subjetiva de la explotación o de la necesidad de mantener el poder sobre los explotados10.

Por su parte Hobsbawm propone una utilización “amplia” del concepto de cultura, no limitada a la literatura y las artes consideradas como fenómeno independiente. De esta manera su análisis de la cultura obrera inglesa incluye a todos los miembros de la clase trabajadora (no solo a la fracción políticamente consciente y activa) y a manifestaciones tan diversas como el teatro, las revistas, el cine, el deporte, los códigos morales que regían la vida en el trabajo, el dialecto, etc.11

Las lecturas de estos autores fueron combinadas con el abordaje del tema hecho por historiadores nacionales, cuyo objeto de estudio es el movimiento obrero de Córdoba y Buenos Aires. En ellos hay una articulación de las categorías de conciencia sindical y cultura contestataria y de resistencia para analizar las experiencias sindicales del período en la provincia de Córdoba12; y por otro lado una exploración de las prácticas sociales y culturales que formaban parte de la cultura obrera de Buenos Aires entre 1955 y 1973, bajo la idea de que las prácticas gremiales pueden comprenderse mejor si se las analiza como parte integrante y esencial de esa cultura de los trabajadores13.

Entendemos entonces que entre los trabajadores se genera una cultura común, una red de significados y actividades compartidas14 que se ha formado con la participación de todos los miembros de la clase. Esa participación no está exenta de contradicciones sociales ni de las diferencias que existen hacia el interior de la misma, diferencias que hacen a la centralidad económica de la tarea realizada, a los derechos conquistados y mantenidos, a las diferencias entre dirigentes, bases, activistas, trabajadores sin afiliación, etc.

En nuestra formación social mendocina, esa cultura común de los trabajadores se conformó en torno a las organizaciones sindicales. A partir de esta afirmación proponemos pensarla como una cultura sindical, entendiendo por tal al conjunto de prácticas, ideas, percepciones compartidas por los trabajadores en el lugar de trabajo y en otros ámbitos del espacio público que se manifestaba tanto en sus demandas económicas y políticas (que muchas veces se articulaban con otras clases o sectores de clase de la sociedad) como en la vida cotidiana. La organización y funcionamiento interno de los sindicatos, las instancias de participación y representación, las formas y métodos de acción formaban parte de esa cultura. También la cultura sindical implicaba cuestiones como el significado que podía atribuirse al sindicato, qué significaba estar afiliado, formar parte del mismo al igual que gran parte de los compañeros, qué nivel de confianza había en la organización, qué lugar ocupaban las acciones sociales de los sindicatos.

La categoría definida es acompañada por la de prácticas sindicales, dado que las mismas expresan la cultura sindical de un período. Esas prácticas refieren a todas aquellas acciones colectivas de distinto alcance y contenido que se desarrollan en y desde cada lugar de trabajo, ya sea a partir de la organización gremial, formal, o en contra de ella, desbordándola o desconociéndola. El alcance puede limitarse al ámbito de trabajo o coordinar con otros sectores o niveles. El contenido puede incluir desde reivindicaciones específicas de condiciones de trabajo o salariales hasta posicionamiento político de carácter nacional o hasta internacional.

La amplitud de la categoría de cultura sindical hace necesario precisar específicamente de qué nos ocuparemos en este trabajo. El objetivo estará puesto en establecer ciertos vínculos entre conflictividad y organización interna de las organizaciones gremiales (respecto a las instancias de participación, representación, disputas internas entre tendencias político-ideológicas, demandas y formas de lucha principales).

Como decíamos en la introducción, si bien las prácticas sindicales vandoristas fueron hegemónicas en el período que estamos estudiando, existieron otras prácticas de resistencia, oposición y conflicto con esa hegemonía. Es decir que encontramos disputas inter e intra sindicales que cuestionaban el dominio que sostenía el vandorismo sobre el movimiento obrero15. En este caso solo nos ocuparemos de las expresiones alternativas al vandorismo, centrando la mirada en aquellos gremios que se opusieron tanto a la conducción vandorista como a la dictadura de la Revolución Argentina.

3. Breve panorama sindical: nucleamientos y tendencias sindicales en tiempos de la Revolución Argentina

Las relaciones entre los sindicatos y el Estado argentino se modificaron parcialmente con el golpe militar de 1955 que desalojó del gobierno al peronismo. Entre los aspectos que se mantuvieron podemos destacar la búsqueda de la tutela estatal en las negociaciones con los patrones y la idea de que un sindicalismo organizado jerárquicamente era más eficaz en los enfrentamientos con los adversarios16.

Sin embargo, uno de los cambios más importantes que se produjo fue el desplazamiento hacia los sindicatos del peso principal en el movimiento peronista proscripto políticamente. Es decir, que los sindicatos peronistas –sus dirigentes– se convirtieron en los únicos interlocutores válidos (en tanto que eran los únicos sectores legales del movimiento) de los gobiernos que se hicieron cargo del país a partir de 1955. Se vieron entonces implicados en el “doble juego de representar a la clase obrera en su lucha por mejoras salariales y al movimiento peronista en sus conflictos y maniobras con otras fuerzas políticas de la Argentina”17.

El vandorismo, sector hegemónico dentro del sindicalismo peronista, se planteó incluso la posibilidad de alcanzar “un peronismo sin Perón” y con la mirada puesta en la institucionalización de ese objetivo participó de las elecciones de 1965 y 1966, presentando candidatos legislativos y ejecutivos en varias provincias18. Esta posición del sector vandorista provocó la fractura del nucleamiento de sindicatos peronistas –las 62 Organizaciones– que desde enero de 1966 quedaron divididas en las 62 Leales a Perón (fieles a Vandor) y las 62 De Pie junto a Perón (opuestas a los intentos neoperonistas del líder metalúrgico). La derrota sufrida en la provincia de Mendoza en 1966 marcó el fin de esos intentos de actividad política independiente y puso en evidencia que el movimiento peronista respondía mayoritariamente al líder exiliado19.

El golpe militar de junio de 1966 encontró a un sindicalismo dividido. Al interior de la CGT convivían distintos nucleamientos: las 62 Leales a Perón (vandoristas), las 62 De Pie junto a Perón, los Gremios Independientes y No alineados (de tendencia filoperonista, radicales –por su cercanía con la Unión Cívica Radical– y “apolíticos”) y el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical –MUCS– de tendencia comunista.

Si bien las relaciones entre los sectores del movimiento sindical y el gobierno de la Revolución Argentina se plantearon en buenos términos al comienzo de la misma, la mayoría de los dirigentes sindicales vandoristas e independientes ofrecieron su apoyo al nuevo gobierno militar20; esto comenzó a cambiar conforme ese gobierno definía las primeras medidas en el ámbito del trabajo. En torno a la relación a entablar se fueron delineando las tendencias sindicales que atravesaron el período: participacionistas, dialoguistas y combativos21, que incluyeron en su interior distintos nucleamientos. En esta trama sindical se inscribe nuestro trabajo.

4. Algunos rasgos de la cultura sindical mendocina

Dado que el conflicto es inherente a la relación capital-trabajo, las formas que asume la conflictividad necesariamente forman parte de la cultura sindical. Aquí específicamente nos referimos a las demandas y las formas de lucha de los trabajadores mendocinos durante la dictadura de la Revolución Argentina.

Las fuentes consultadas dan cuenta de una actividad sindical muy intensa en el período, que abarcaba diversas aristas de los sindicatos. Los diarios aparecían como uno de los espacios o canales de comunicación entre los gremios y sus afiliados, lo que en la mayoría de los casos respondía a determinaciones legales estipuladas en los estatutos. No obstante ello, creemos que la existencia de una sección especial –denominada Actividad gremial o simplemente Gremiales– en el diario Los Andes (el de mayor circulación provincial) destinada a las noticias sindicales constituye un indicador de la vida gremial local que debemos tener en cuenta22.

Esta sección publicaba desde las novedades referidas a la acción social (viviendas, esparcimiento, etc.) o vinculadas a la obra social hasta las que involucraban conflictos presentes o posibles. De estas últimas se destacan las convocatorias a asambleas, reuniones de cuerpos de delegados y comisiones internas, comunicados para informar sobre los avances o retrocesos en las gestiones hechas frente a la patronal por convenios colectivos, o condiciones de trabajo. Sin embargo fuera de esta sección es difícil encontrar noticias que traten la conflictividad laboral. Solo en momentos de auge de las luchas a nivel nacional (como en el período que abarca los meses de marzo a julio de 1969 o en coyunturas específicas, como el Plan de Acción de la CGT de marzo de 1967 o la aparición de la CGT de los Argentinos23) o luego del Mendozazo de abril de 197224, aparecieron notas informando sobre luchas, medidas de acción. Muchas veces se anuncia la realización de un paro o algún gremio manifiesta estar en estado de alerta, pero no podemos seguir la evolución del conflicto o sus resultados porque simplemente no aparece en el periódico. Es decir que si bien el diario visibiliza a los sindicatos y su presencia activa en la provincia invisibiliza en la mayoría de los casos, la conflictividad sindical. La lectura de otros documentos y las entrevistas realizadas nos ha permitido constatar esa conflictividad y comenzar a identificar algunas de las características que presenta.

En los primeros años de nuestro período de estudio verificamos que la mayor parte de los conflictos se realizan con fines económicos, ya sea reclamos salariales, o por condiciones de trabajo. En muchos casos se limitan al ámbito paritario, pidiendo la apertura de las mismas, la renegociación de los convenios colectivos apuntando como aspecto central el necesario aumento salarial en virtud de las alzas registradas en el costo de vida25. El caso de los estatales provinciales, resulta ilustrativo. Al conflicto de los ferroviarios de todo el país, amenazados por la reestructuración del sector que preveía despidos masivos y eliminación de derechos conquistados en la lucha, se suman en el ámbito local el conflicto de los trabajadores petroleros nucleados en el Sindicato Único de Petroleros del Estado (SUPE), por más de 100 cesantías producidas en la provincia. En una declaración se pide a la Federación la reunión de la Junta Directiva Central y a la Comisión directiva que declare estado de asamblea permanente y reuniones regulares del cuerpo de delegados26, llegando incluso a retirar colaboración a Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF)27. También los trabajadores de la sanidad, nucleados en Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) sostuvieron un enfrentamiento con el gobierno mendocino por aumento salarial, que si bien no pasó del estado de alerta y asamblea permanente, es decir no cristalizó en medidas de fuerza más radicales, permitió a los trabajadores ámbitos de protesta en un entorno a todas luces represivo. Otro caso que podemos mencionar es el de los trabajadores de Luz y Fuerza, quienes definieron en la provincia una serie de medidas para exigir al gobierno definiciones acerca del pedido de renovación del convenio colectivo: la suspensión de las horas extras, paros de una hora en el lugar de trabajo y de dos horas fuera del lugar de trabajo28. No es casual que los tres sectores en conflicto pertenecieran al ámbito estatal, dado que si bien la racionalización impulsada por el Ejecutivo Nacional comenzó en las áreas consideradas críticas –que incluían los ferrocarriles– pronto se extendió a otras áreas del Estado, con el objetivo de aumentar la eficacia del mismo, acompañado de otras medidas como el despido de personal29.

En el caso de los trabajadores telefónicos de la provincia –pertenecientes a la Compañía Argentina de Teléfonos (CAT), de capital privado– por ejemplo, se realizó una huelga importante, que duró varios días y en la que se luchaba por una serie de puntos contenidos en un memorial que fue elaborado relevando los problemas de cada sección30. Uno de los miembros de la Comisión Directiva comenta lo siguiente de ese conflicto:

“Confeccionamos un memorial de cuarenta puntos y se lo presentamos al gerente general de la CAT [Compañía Argentina de Teléfonos, de capital privado]… Nos costó la primera huelga, debutamos con una huelga bastante fuerte, como de cuarenta días. Estábamos dispuestos a pelear hasta el último punto. Creo que habremos sacado 35 puntos de los mejores.

En ese tiempo la CAT no le había dado nunca jamás un guardapolvo a las operadoras. Bueno fue una lucha por el guardapolvo, por un montón de conquistas, por los auriculares para las operadoras porque los auriculares se los pasaban de unas a otras …considerábamos que era antihigiénico, había que cuidar la salud. Conseguimos que cada una tuviera su auricular, su guardapolvo, su gabinete para guardar sus cosas más privadas.

Y en la gente de redes, la que está en la calle, mejoras en los vehículos, alguna ropa de abrigo. Se consiguió ir modificando el convenio para protegerlos de los peligros de trabajar en redes, que la empresa no respetaba, trabajar en redes junto a redes eléctricas”31.

En referencia a las reivindicaciones propias de las operadoras de la CAT, una de ellas nos relató cuáles eran y cómo consiguieron lo que reclamaban:

“Nosotros por ejemplo acá cuando estábamos en el correo no teníamos las comodidades que se necesitaban. Por ejemplo hacía unos fríos en invierno, en ese salón grande, con pisos de baldosa y esas estufitas de morondanga. Las estufas buenas, como tenían que hacer economía no las prendían, entonces ¿qué hacían? Nos ponían unas estufas, esas arriba, ¿viste? Una pantalla con garrafa. ¡Eso no calentaba nada! Tuvimos que hacer paro para eso, paro para que nos pusieran equipos de refrigeración, porque nosotras de tantas horas sentadas, cuando nos íbamos a levantar a las ocho teníamos el delantal pegado, ¡todo mojado!”32.

Otro de los reclamos de ese sector de la empresa telefónica se vinculó al cambio operado hacia los años 70 en la forma de realizar el trabajo de las operadoras:

“Pero vino, hubo un cambio de facturación: nosotros trabajábamos para tomar los pedidos con biromes, viste, teníamos unos taloncitos y los tomábamos con birome. Y ellos cambiaron a la tarjeta IBM, que es con un grafito y va de campo a campo, vos no te podes salir, campo a campo para que después lo metieran a la máquina y se lo leyeran. Dijimos que íbamos a estar tres meses trabajando horas extras para poder agarrar pie, y estuvimos mucho más.

Y el grafito te ponía las manos negras, acá negro [tocándose el antebrazo] como grasitud, todo como grasitud. Entonces dijimos ‘nos estamos arruinando la ropa’, y ahí empezamos que queríamos el delantal, y empezamos que queríamos delantal y estuvimos quince días de paro por los delantales. Nos ofrecieron que nos iban a dar dos delantales por año, pero nos iban a descontar los días de paro. Es decir, que los dos delantales que nos iban a dar los íbamos a pagar nosotros. Dijimos: ‘¡no, no!’, por eso duramos quince días, porque a la semana podíamos haberlo levantado. Porque si nosotros tuvimos que hacer paro para que nos den el delantal, ¿por qué vamos a pagarlo nosotros los dos primeros delantales? Si esto ocurrió porque ellos no lo han querido hacer. Y nos dieron los delantales”33.

Al ser consultada sobre el apoyo de la dirección del gremio en estos reclamos, la entrevistada dijo que estuvieron solas, porque era un problema que las afectaba solo a ellas. Las decisiones se tomaban en las charlas que tenían en los descansos y las medidas se decidían en el momento y era la sección la que se hacía cargo de su sostenimiento. Este relato difiere de lo expresado por quien fuera dirigente del gremio telefónico, ya que para él las medidas tuvieron el apoyo activo del sindicato que estuvo atento a las problemáticas de las distintas secciones. Probablemente la diferencia de estos relatos se explica por el rol que ocupó cada uno de ellos, asumiendo quien fuera dirigente una mirada más amplia del conjunto de los trabajadores a quienes representaba y ponderando la presencia del sindicato durante los años que estuvo a cargo (tal vez marcando así el corte con las direcciones anteriores, despreocupadas de la realidad que vivían los trabajadores).

También los trabajadores del ferrocarril reclamaban por mejoras en las condiciones de trabajo:

“Y se hacían Asambleas, por ejemplo el departamento de Tráfico que es la planta de maniobra para formar los trenes, que en aquella época era muy diferente a ahora, ahora viene el block casi junto. Se hizo un paro para conseguir la luz de mercurio, en las playas en las noche, antes ibas con un farolito y eso era difícil para meterse a enganchar, ahora de noche está como si fuera de día”34.

En cuanto a las instancias de participación verificamos cierta dinámica democrática con una recurrencia a la asamblea –realizada en el lugar de trabajo o en la sede sindical– como forma de decidir las maneras de llevar adelante un proceso de lucha y aspectos que hacían a la vida interna de los gremios. Incluso en situaciones de intervención –reemplazo de las direcciones elegidas en los comicios por delegados designados por el gobierno– se recurría a la asamblea para convalidar o no esa decisión del gobierno militar:

“La Unión Ferroviaria sufrió todas las intervenciones de todos los sectores políticos. En cada una de ellas mandaba algún militar… A Palmira vinieron muchas veces y siempre los atendí, venían con un grupo de compañeros que se prestaban para eso y no tenía ningún problema: ‘sí, si quieren la llave del local no hay ningún problema pero se vienen esta tarde que yo voy a salir con la difusora ahora a convocar una asamblea general y en la asamblea le voy a entregar la llave’. Por lo menos cuatro intervenciones que ha habido en ningún caso se quedaron porque llamaba a la asamblea. Como yo sabía que la gente respaldaba entonces yo me hice fuerte”35.

Más allá del poderoso rasgo personalista del relato, es notable la fuerza que la convocatoria a la asamblea tenía, incluso para sostener la vida interna del gremio sin intervención, con la comisión elegida por los trabajadores, y apoyando a esa dirigencia que cumplía con las bases.

Vemos esta misma fuerza en el relato del delegado de los telefónicos:

“Porque había una situación general que lo acompañaba […] lograr que la gente decidiera todo por asamblea […] pero si la mayoría estaba de acuerdo con una medida todos se comprometían a acatarla y se logró eso, es decir nosotros respetamos la opinión de la minoría pero acá se va a acatar lo que diga la mayoría”36.

Respecto a las medidas a adoptar cuando esto no se respetaba, se recurría de igual manera a la asamblea para decidir qué hacer con quienes caían en esa falta. En el sindicato de Artes Gráficas por ejemplo era común sancionar a los compañeros que no acataban las medidas de fuerza resueltas por la asamblea. La sanción generalmente implicaba la expulsión del gremio, medida que podía revisarse transcurrido determinado tiempo y dependiendo de la gravedad de la falta. Por ejemplo en la Asamblea Extraordinaria realizada el día 10/12/67 se discutió la situación de un afiliado que había sido expulsado por haber trabajado durante una huelga mantenida por el personal de la Litografía Mendocina37. Para este tipo de sanciones incluso se consideraban situaciones por fuera de la provincia, tales como el hecho de trasladarse a trabajar a San Juan (provincia limítrofe al Norte de Mendoza) para reemplazar a trabajadores de allí que estuvieran en conflicto.

Sin embargo debemos decir que no siempre las asambleas que se realizaban en la sede de los sindicatos contaban con un gran número de participantes. Encontramos en muchas ocasiones la convocatoria reiterada en el diario, ya que no fue posible alcanzar el número de asistentes establecido en el Estatuto. Probablemente tampoco fueran siempre instancias para la toma de decisiones, debido a la ritualización de las formas que se deban en estas. A veces funcionaban como encuentros para plebiscitar decisiones tomadas con anterioridad por las direcciones gremiales:

“Bueno, en nuestro Estatuto, la Asamblea la conducía el Secretariado. Por supuesto que previamente nosotros habíamos hecho una evaluación de lo que se iba a tratar en la Asamblea, sabíamos, teníamos gente que nos decía ‘mirá este va a ir con tal planteo entonces bueno pedí la palabra después vos para refutarlo’. El Secretario General, generalmente hablaba al final. Si había alguna controversia o algo así era el Secretario gremial, es el que salía u otros compañeros del Secretariado o algún Delegado”38.

Como vemos en este relato, las disposiciones estatutarias sobre el funcionamiento de las asambleas y la preparación previa de las mismas pudo haber atentado muchas veces contra una efectiva toma de decisiones sobre asuntos importantes como la dirección de la política gremial.

Al parecer las instancias de reunión que se realizaban en las secciones, en el ámbito específico de cada trabajo (cuyas modalidades dependían de la manera en que estaba organizado el mismo) lograban mayor participación.

La elección de delegados y el funcionamiento del cuerpo de delegados son mencionados frecuentemente por los entrevistados y en las actas consultadas como puntal importante del vínculo entre dirigentes y trabajadores de base:

“El texto del Estatuto habla del Cuerpo de Delegados que tiene más fuerza que la Comisión Directiva, porque es el que está en contacto con el trabajador y el que toma las opiniones del trabajador. Hacen sus asambleas en su sección y arman un paquete que después, la Comisión Directiva, o lo cumple o tiene que demostrar porque no lo cumple. Es la voz directa del trabajador”39.

De igual manera se manifestó otro de los trabajadores de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA) entrevistado:

“En lo que hace al gremio nuestro la experiencia vino de que en algún momento tuvo relevancia la representación genuina de los delegados. A mí me parece que eso es muy relevante ¿no? Que hubiéramos acordado, prescindiendo de nuestra formación ideológica, que lo que nos daba autoridad era que éramos elegidos por las bases como delegados”40.

La importancia del rol del delegado para conocer lo que pasaba en los talleres, junto a la necesidad de que el mismo fuera respetado tanto por los compañeros como por los patrones, para lo cual debía ser un operario responsable y capacitado, es rescatada por quienes militaron en aquellos años:

“Esto, esto lo aprendí de un dirigente Vicente… era de la Federación de la Madera en Buenos Aires y lo escuché que decía: ‘el delegado de un taller de una empresa, el delgado tienen que ser el más capaz, el más inteligente para poder ser el delegado, no puede ser cualquiera. ¿Por qué digo esto? Porque le puede discutir a la empresa cómo es y porque tiene inteligencia, decía el hombre. Entonces yo me acuerdo [reflexiona] voy a tener que ser el mejor operario en donde esté, pero no para poder tener rivalidad con nadie, al contrario, para poder discutir”41.

De igual manera se manifiesta Carlos, trabajador vitivinícola: “Condición número uno para ser Delegado, ser un ejemplo de obrero, es decir no faltar, no llegar tarde, trabajar, porque ahí lograba respeto de los demás, tenía que ser excelente”.

Los entrevistados sostienen que la confianza de los trabajadores en el sindicato dependía en gran medida del respeto que merecieran los dirigentes. En un ámbito de discusión importante para los sindicatos argentinos como es la paritaria, se ponía en juego esa confianza:

“Los gremios trabajaban para el bienestar de sus afiliados y las paritarias, cuando había paritarias era una fiesta para los trabajadores porque depositaban la confianza en sus dirigentes que iba a salir lo mejor; se hacían asambleas primero, se decidía qué se iba a pelear en la paritaria y ese mandato lo llevaban los delegados y tenía que cumplirse sino demostrar por qué no se cumplía”42.

Por momentos la relación entre dirigentes y bases no era tan armónica. Al ser consultado sobre la presencia de la CGT de los Argentinos43 en la provincia Daniel Collado, miembro de uno de los sindicatos que más impulso dio a la nueva central, consideró que si bien hubo ayuda de los trabajadores que pudieron acceder a los planteos y posiciones de la nueva central, ese apoyo incipiente no alcanzó las dimensiones que tuvo en otras regiones del país, como Rosario, Tucumán o Córdoba:

“Era una época muy particular en que confluyeron muchas situaciones, la gente que pudo tener acceso, que tuvo la posibilidad de tener acceso a los planteos, a los programas de la CGTA adhirió a muchas de las cosas porque estaba harta de lo que estaba pasando. A lo mejor para algunos habría cosas que parecían demasiado, como actitudes demasiado revolucionarias o propuestas revolucionarias de la CGTA pero había otras cosas que sí entendían que tenían que ser así. El programa tenía esas dos cosas lo sencillo y lo complejo, pero lo sencillo la gente lo entendió como cierto”44.

El entrevistado atribuyó el fracaso de la misma a la falta de consecuencia de los dirigentes en su militancia, generando en algunos casos el quiebre de esa confianza. Para él la imposibilidad de estructurar orgánicamente a los gremios que se nuclearon en la nueva central se debió a que muchos de los dirigentes y delegados que parecían acordar con los principios y consignas planteadas, solo lo hicieron empujados por las bases sin que su convicción, como se demostraría más adelante, fuera necesariamente tan firme como sostenían en sus discursos45.

También el trabajador gráfico RH hace eco de ese fracaso, aunque lo atribuye a disputas internas entre los dirigentes que conformaban el secretariado local. Para él la CGTA no era “militada en serio por los dirigentes peronistas, acumulaban los periódicos y no se los entregaban a nadie, por eso no alcanzó a formarse con fuerza, era muy tambaleante”46.

Uno de los aspectos que permitía sostener con más fuerza los reclamos era el conocimiento de la importancia del trabajo que se realizaba en la dinámica de acumulación provincial. Como ejemplo tomamos el caso de la Unión Ferroviaria, en la seccional de Palmira. Al referirse a la huelga realizada por los trabajadores ferroviarios en 1961, el presidente de la seccional manifestó que la misma duró en Palmira 47 días (a nivel nacional fue de 45 días) porque no fue levantada hasta que no fueran reincorporados todos los compañeros. La posibilidad de sostener esa medida tuvo que ver con la importancia de la zona en el tráfico de carga local y nacional:

“Lo principal de la carga sale todo de Palmira. De Palmira salían siete petroleros por día con casi cuarenta vagones de petróleo […] Y Palmira en la línea del San Martín siempre fue la más fuerte por tener la playa más grande de concentración y trenes que salían de carga. Aparte del petrolero, toda la carga iba en esa época por vagón, así que yo sabía que aguantábamos hasta que no reincorporaran a todo el mundo, lo íbamos a aguantar y tuvieron que reincorporar”47.

Siguiendo en esta línea, también era importante conocer la forma en que se organizaba el trabajo al interior de cada ámbito laboral para definir las medidas de fuerza a adoptar:

“Nosotros teníamos una, un caballito de batalla que era muy grande, pararle el tráfico, parar la operación del tráfico era parar las comunicaciones casi en general […] no había, como ahora, automatización, todo se hacía vía operadores”48.

Inclusive se reconocía la centralidad que la tarea realizada por los trabajadores de un gremio tenía para las luchas del resto, como es el caso de los gráficos:

“En aquellos tiempos éramos la piedra del escándalo para todos porque éramos, ¿qué éramos? Éramos la imprenta, la cultura, todo y ¿qué era la imprenta en aquellos tiempos? Era lo que son ahora las comunicaciones, todo. Vos tenías que tener un lugar dónde imprimir los volantes, dónde imprimir todo, porque te salía en contra la prensa que siempre ha existido y existe y vos tenías que contestar y convocar y llamar por el volante”49.

La presencia en el interior de los gremios de diversas tendencias ideológicas y tradiciones políticas, así como la forma en que las mismas se relacionan son también parte de la cultura sindical. Si bien recién hemos comenzado a indagar sobre este punto, podemos ir pensando algunas ideas que orienten la profundización del mismo. En líneas generales vemos que en la década del 60 convivían en la mayor parte de los gremios mendocinos trabajadores peronistas –la mayoría– y comunistas50. La presencia de otras tradiciones políticas –radicales (pertenecientes o simpatizantes de la Unión Cívica Radical), trotsquistas, socialistas– era menor.

En cuanto a las relaciones que había entre estas dentro de los sindicatos, los entrevistados manifestaron que se aceptaban las diferentes posiciones, pero intentando situar la lucha sindical –los objetivos que involucraban a todos los trabajadores del gremio– por encima:

“No discriminé a nadie, fuera radical o lo que fuera, cuando venía a la seccional lo atendía como correspondía, incluso mejor que a los que eran peronistas. Tuve un radical en la comisión ejecutiva y trabajamos juntos, sin darle lugar, sin meter la política, ni que yo la meta ni que él tampoco”51.

Eran dos los gremios a los que pertenecían los trabajadores que hemos entrevistado convivían en la conducción –en listas de unidad– peronistas y socialistas en los telefónicos, peronistas y comunistas en los vitivinícolas; en gráficos se alternaron en la dirección comunistas y peronistas mientras que en los ferroviarios el peronismo opuesto a la línea vandorista era mayoría y la disidencia interna era protagonizada por diferentes sectores de esa tendencia.

Muchas veces la convivencia generaba también tensiones:

“Nosotros actuábamos convencidos por nuestra ideología pero no hacíamos proselitismo político. La pelea interna nuestra [era] si adheríamos o no a las 62. ¡Escúchame! yo no puedo adherir a las 62 porque yo no soy peronista. También peleaban los que eran peronistas pero no querían estar en las 62. Pero para ser honesto también pasaba con la gente del partido comunista, no podían decir que FOEVA [Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas de Argentina] Maipú era toda comunista porque los compañeros dirigentes eran del Partido Comunista. La dirigencia era respetada entre otras cosas porque era consecuente con ciertos principios que la gente veía que eran correctos pero no porque adherían a la concepción ideológica de los compañeros. Entonces confundir eso y decir: ‘no mire, tenemos un sindicato (…) (porque en un determinado tiempo llegué a ser Secretario General) (…) socialista’ estamos mintiendo”52.

Como vemos en esta intervención, era frecuente que algunos dirigentes y referentes partidarios y sindicales identificaran su tradición y adscripción política con la institución sindical y con todos los afiliados al sindicato (en este sentido “se decía que tal gremio era comunista porque sus dirigentes lo eran”). Y aparentemente esta práctica generaba discusiones entre los militantes sindicales. Las experiencias estudiadas del movimiento obrero en diferentes regiones de Argentina ponen de manifiesto que más que adherir a determinadas conducciones por la ideología que profesaban, las mismas eran seguidas y contaban con el apoyo de los trabajadores porque defendían los principios que estos sostenían en sus disputas con la patronal.

De igual manera generaba discusiones la relación con las organizaciones armadas que se acercaban a los gremios para vincularse:

“En aquellos años empezaba la, la, las organizaciones de lucha armada [… ] ya Montoneros [Organización Armada, peronistas en su mayoría] ya el ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo, Organización armada marxista] intentaban influir […] yo creo que a todos los sindicatos ellos los han visitado como nos visitaban a nosotros, pero yo por lo menos mantenía mi convicción peronista, el compañero tal mantenía su convicción socialista y, este, no aceptábamos nunca ni cobijar esa gente, porque a veces buscaban que se les diera una mano”53.

Reflexiones finales

A lo largo de este trabajo hemos intentado presentar algunas prácticas sindicales de los trabajadores mendocinos durante las décadas de los 60 y 70, vinculando conflictividad, organización interna de los gremios y cultura sindical. Partimos de la base de que existe un bache en los estudios sobre movimiento obrero argentino, ya que desconocemos en gran medida la situación del mismo por fuera de los grandes centros industriales. Sin embargo decíamos también que nuestra intención no es solo llenar ese bache, sino aportar desde lo regional aspectos o lecturas que complejicen los estudios existentes (muchas veces mal llamados nacionales).

Entre los rasgos presentados se destacan la recurrencia permanente a la asamblea como ámbito de discusión y toma de “algunas” decisiones. Decimos algunas porque vimos también que muchas veces esa instancia era planeada con mucho cuidado y ese planeamiento impedía que se definieran cuestiones trascendentes como la política gremial. Sin embargo en algunos sindicatos con menos cantidad de afiliados, en coyunturas de algidez sí se discutían y definían esos asuntos.

La representación genuina de los delegados y dirigentes como clave para sostener la confianza de los afiliados en el gremio también es un rasgo que encontramos tanto en los testimonios como en los archivos analizados.

Las luchas del período son fundamentalmente por motivos económicos, destacándose las exigencias de aumentos salariales y mejora en las condiciones de trabajo (o mantenimiento de las mismas en los casos en que los patrones pretendían avanzar sobre esas conquistas) y los pedidos de respeto del ámbito paritario para llevar adelante las negociaciones. A partir de 1968 se observan también luchas de características más políticas, en oposición al gobierno dictatorial.

Otro aspecto interesante refiere al hecho de conocer tanto la forma en que se organizaba el trabajo y la producción, como la importancia de la tarea realizada en la dinámica de acumulación provincial. Este conocimiento era muy valorado por los trabajadores, ya que les permitía “pegar donde más duele”, sostener medidas en el tiempo, imponiendo muchas veces sus reivindicaciones.

Un punto conflictivo que merece un análisis más profundo es el de la convivencia interna entre diferentes tradiciones políticas: peronistas, comunistas, socialistas y radicales. Como primer acercamiento podemos decir que la misma estuvo atravesada por tensiones importantes y en muchas ocasiones las fronteras entre la lucha sindical –que involucraba a todos los trabajadores y cuyo horizonte era más acotado–, y la lucha política que involucraba a todos los habitantes del país se desdibujaba en la práctica, suscitando enfrentamientos entre esas tendencias hacia adentro de los gremios. Sin duda es este un punto central y será necesario sumar testimonios y fuentes escritas para precisar más el planteo.


Notas al pie de página

1 Augusto Vandor fue un dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica –UOM– y de la Confederación General del Trabajo –CGT–.

2 En términos generales el vandorismo refiere a una determinada práctica sindical que se apoya en la idea de que la capacidad de los dirigentes de frenar y manipular las reivindicaciones y movilizaciones de los trabajadores –Valiéndose de la capacidad de movilización de la clase obrera y de su dirección de sindicatos que tenían un peso considerable tanto por el número de afiliados como por su concentración e incidencia en la industria– dependía de hacer recordar periódicamente al Estado y los patrones los riesgos inherentes a toda movilización de trabajadores: “golpear y negociar” aparecía como la frase que sintetizaba su táctica privilegiada [Alejandro Schneider, Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo 1955-1973 (Buenos Aires: Imago Mundi, 2006); Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2006); Marcelo Cavarozzi, Peronismo, sindicatos y política en la Argentina (1943-1981) en Historia del movimiento obrero en América Latina, coordinador Pablo González Casanova (Buenos Aires: Siglo XXI, 1984).

A través de esa táctica consiguió importantes beneficios económicos para los trabajadores, avalándose en la centralidad que los actores sindicales institucionalizados tuvieron para la dinámica de acumulación del capital sostenida en la segunda etapa de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). [Mónica Peralta Ramos, Etapas de acumulación y alianza de clases 1930-1970 (Buenos Aires: Siglo XXI, 1972); Juan Montes Cató, “Movimiento obrero y sindicalismo: contradicciones y fases de acumulación de poder durante los siglos XX y XXI”, en El movimiento obrero en disputa. La organización colectiva de los trabajadores, su lucha y resistencia en la Argentina del siglo XX, (comps.) Claudia Figari, Paula Lenguita y Juan Montés Cató (Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2010)].

3 La dictadura que comenzó en junio de 1966 tuvo tres presidentes: el general Juan Carlos Onganía (hasta marzo de 1970), el general Roberto Levingston (hasta marzo de 1971 y el general Agustín Lanusse (hasta mayo de 1973). Ese gobierno llevó adelante una estrategia ofensiva hacia los trabajadores y otros sectores de la sociedad, tendiente a imponer una rígida disciplina social y política. El fin perseguido por la dictadura era contener las presiones de los distintos sectores de la sociedad y desactivarlos políticamente, suspendiendo toda actividad y organización políticas para poder avanzar en la “normalización” de la economía. A pesar de la represión, suspensión de derechos de los trabajadores y de la intervención de algunas de sus organizaciones, muchos sectores de la clase trabajadora –así como otras organizaciones de la sociedad– se enfrentaron al gobierno militar.

4 Yamile Álvarez, De la proscripción al poder. Historia, evolución y luchas del peronismo en Mendoza (1955-1973) (Mendoza: Ediunc, 2007); Amanda Aguilera, Historia del Sindicato de Luz y Fuerza de Mendoza: 55 años de lucha (Mendoza, 1998); Amanda Aguilera, Historia del S.U.P.eH. (Mendoza, 2000); Benito Marianetti, Las luchas sociales en Mendoza, (Mendoza: Ediciones Cuyo, 1970); Gabriela Scodeller, et al. Mendoza 70. Tierra del sol y de luchas populares (Buenos Aires: Manuel Suárez, 2006).

5 Marcela Emili, “La historiografía académica como herramienta de las políticas de la memoria: el tratamiento del conflicto en la historia reciente de la provincia de Mendoza, Argentina”, Letras Históricas, Número 6 (primavera-verano) (2000): 153-168.

6 La falta de fuentes producidas y conservadas por el movimiento obrero local es muy común. Si bien esto puede deberse en parte a la destrucción sistemática de documentos sindicales realizada por la dictadura o por los mismos trabajadores en tiempos de persecución y torturas, es también un indicio de la falta de interés de la clase obrera local por preservar su propia historia.

7 En los últimos años ha aumentado el uso de la técnica de la entrevista en investigaciones de tipo histórico y sociohistórico. Muchos historiadores y cientistas sociales interesados por el pasado reciente de nuestro país recurren a esta fuente de información ya sea para recuperar el punto de vista de los protagonistas de algunos procesos ocurridos o para llenar con esos testimonios los vacíos y lagunas que aparecen cuando se intenta investigar determinados períodos históricos, porque los mismos no quedaron documentados en otro tipo de fuentes o porque esa documentación fue deliberadamente destruida. Conjuntamente con el avance en el uso de la técnica, también ha avanzado la preocupación por la forma en que se analiza y presenta la información que se obtiene en una entrevista (resguardos metodológicos y epistemológicos, entre ellos se destaca la relación entre historia y memoria).

8 Terry Eagleton, Ideología. Una introducción (Barcelona: Paidós, 1997).

9 Edward P. Thompson, Costumbres en común (Barcelona: Crítica, 1995), 19.

10 Edward P. Thompson, La formación histórica de la clase obrera (Barcelona: Laia, 1977), 23.

11 Eric Hobsbawm, El mundo del trabajo. Estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera (Barcelona, Crítica, 1987), 227.

12 Mónica Gordillo, Córdoba en los 60. La experiencia del sindicalismo combativo (Córdoba: Taller General de Imprenta –Secretaría de Extensión Universitaria– Universidad Nacional de Córdoba. 1999).

13 Alejandro Schneider, Los compañeros…

14 Raymond Williams, Marxismo y literatura (Barcelona: Ediciones Península, 2000).

15 Tomamos aquí la idea de que los sindicatos son “aparatos privados de hegemonía” en los cuales hay disputas por el control y dirección del movimiento y de la clase trabajadora en su conjunto (Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel (México: Era, 1999) Volumen 5). La dirección sobre el movimiento obrero es central para el sostenimiento de la hegemonía del sector dirigente.

16 Las características del sindicalismo peronista y su relación con el Estado entre 1945 y 1955 han sido ampliamente estudiadas. A modo de referencia mencionamos las siguientes obras: Álvaro Abós, La columna vertebral. Sindicatos y peronismo. (Buenos Aires: Hyspamérica, 1986); Álvaro Abós, Augusto Timoteo Vandor: sindicatos y peronismo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1997); Hugo Del Campo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable (Buenos Aires: Siglo XXI, 2005); Louise Doyon, “La organización del movimiento sindical peronista 1946-1955” en Desarrollo Económico vol. 24, Nº 94 (1984); Daniel James, “Racionalización y respuesta de la clase obrera: contexto y limitaciones de la actividad gremial en la Argentina” en Desarrollo Económico, vol. 21, Nº 83 (1981); Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo. (Buenos Aires: Siglo XXI, 1987); Juan Carlos Torre, Los sindicatos en el gobierno. 1973-1976. (Buenos Aires: CEAL, 1984); Juan Carlos Torre, La vieja guardia sindical y Perón: sobre los orígenes del peronismo. (Buenos Aires: Sudamericana, 1990).

17 Daniel James, Resistencia e integración, 236.

18 Entre 1962 y 1966 la cúpula gremial peronista, centrada en torno de Vandor, intentó dar institucionalidad a su dominio del movimiento obrero a través de la aceptación de su propuesta política por las restantes fuerzas del escenario político-social. La respuesta de Perón se centró entonces en contrarrestar ese implícito desafío a su propia posición como única autoridad última del movimiento. (Daniel James. Resistencia e integración, 236). En las elecciones nacionales de renovación legislativa de marzo de 1965, el peronismo se presentó bajo el sello de la Unidad Popular y obtuvo la victoria. Un grupo nutrido de diputados vandoristas accedió así al Congreso Nacional y a las legislaturas provinciales.

19 Un análisis de esas elecciones puede verse en Yamile Álvarez, De la proscripción, 131-170 y 178-198.

20 Uno de los aspectos más complicados del golpe estuvo vinculado con la inserción que tuvo en él el movimiento obrero peronista. Dos tipos de razones explican el apoyo del sindicalismo peronista: las primeras tienen que ver con el carácter a menudo antagónico de las relaciones entre los líderes sindicales y el gobierno radical del pueblo y las segundas, con el acercamiento entre los vandoristas y la fracción que ocupaba el lugar central de las fuerzas armadas. Los aspectos políticos del programa de la Revolución Argentina contenían elementos que entusiasmaban a los dirigentes sindicales, sobre todo porque al prohibir el juego electoral, los dirigentes de las 62 organizaciones quedaban en una situación privilegiada con respecto a Perón y a los políticos peronistas al despojar a estos de su principal moneda de negociación: los votos peronistas. (Marcelo Cavarozzi, Peronismo, sindicatos y política, 228). Apoyo que significó –en especial para los vandoristas– su deterioro como factor de poder y el cuestionamiento de su dominio del movimiento obrero.

21 Los participacionistas adhirieron al llamado a participar en el gobierno de Onganía en 1966. Privilegiaban el acercamiento al gobierno ya que de este dependía la supervivencia de los sindicatos para dedicarse a la concertación social junto al Estado. En este período se fueron alejando de sus orígenes peronistas, inclinándose por una actitud apolítica y pragmática con el Estado, en cooperación con el capitalismo hegemónico. Los dialoguistas o negociadores también sostenían la necesidad de mantener la existencia de los sindicatos y su función de concertación social, pero con la participación política de los mismos. Su intención era alcanzar la reformulación del pacto social de 1945-1955, con el consiguiente reforzamiento de la actividad industrial y de los sindicatos que adscribían a la tendencia. Los combativos por su parte, hacían hincapié en la defensa de las conquistas laborales, participación política de los trabajadores sin proscripciones e intervención activa del Estado en la economía nacional. Darío Dawyd, Sindicatos y política en la Argentina del Cordobazo. El peronismo entre la CGT de los Argentinos y la reorganización sindical (1968-1970), (Buenos Aires: Pueblo Heredero, 2011), 33.

22 La desaparición de esa sección en la década del 90 también constituye un indicador de la realidad que vivieron los sindicatos a partir de esa época, acompañada de las teorías del fin del trabajo y la expulsión de gran cantidad de gente del mercado de trabajo.

23 El disconformismo de gran parte de los trabajadores, desde sus organizaciones sindicales y desde el lugar de trabajo, se materializó en la división de la Confederación General del Trabajo (CGT) que se produjo en el Congreso Normalizador “Amado Olmos”, realizado en marzo de 1968. Allí se dividió la central en la CGT de los Argentinos –CGTA–, de tendencia combativa, y la CGT Azopardo, más conciliadora y abierta al diálogo con el gobierno. Nucleamiento sindical que aparece como fruto de la división que se produjo en el Congreso normalizador de la CGT en marzo de 1968. La CGTA agrupó a aquellos gremios que levantaban las banderas de la democracia de bases, la oposición a la burocracia sindical, y fue una de las organizaciones que denunció a las prácticas sindicales vandoristas y a la dictadura que gobernaba el país, formando parte de la llamada “nueva izquierda” que durante la década del 60 actuó en Argentina.

24 El análisis de este movimiento social de masas y las luchas que le siguieron fueron estudiadas, entre otros, por Gabriela Scodeller, “Conflictos obreros en Mendoza (1969-1974): cambios en las formas de organización y de lucha producto del Mendozazo” (tesis de doctorado en Universidad de La Plata, 2009).

25 Según registro del diario Los Andes desde junio de 1966 hasta diciembre de 1973.

26 Diario Los Andes, 20/09/66: 10.

27 Diario Los Andes, 28/09/66: 9.

28 Diario Los Andes, 13/09/66: 8.

29 Darío Dawyd, Sindicatos y política en la Argentina del Cordobazo, 39.

30 Diario Los Andes 9/5/1970, 8; 28/6/1970, 7; 17/9/1970, 12 y 3/12/1970, 8.

31 Entrevista a Tobares, Roberto, Mendoza, 12 de julio de 2012.

32 Entrevista a Garro, Mabel, Mendoza, 20 de noviembre de 2013.

33 Entrevista a Garro, Mabel.

34 Entrevista a Guitto, Ángel, Mendoza 9 de junio de 2010.

35 Entrevista a Guitto, Ángel.

36 Entrevista a Collado, Daniel, Mendoza, 8 de marzo de 2012.

37 Libro de Actas de Asambleas Ordinarias del Sindicato de Artes Gráficas de Mendoza, Acta No. 18.

38 Entrevista a Echegaray, Carlos, Mendoza, 18 de noviembre de 2013.

39 Entrevista a Tobares, Roberto.

40 Entrevista a Collado, Daniel.

41 Entrevista a RH, Mendoza, 24 de julio de 2012.

42 Entrevista a Tobares, Roberto.

43 En la regional local frente al pedido realizado por algunos gremios, es convocado el plenario para considerar la reorganización de la CGT el 26 de julio de 1968. Con la presencia del secretario general de la CGTA, Raymundo Ongaro, en la provincia se eligen nuevas autoridades que conforman el secretariado de la CGTA local. Días más tarde se convoca una nueva reunión regional plenaria de los gremios adheridos a la CGT Azopardo que elige también sus autoridades, con la presencia de Augusto Vandor, máximo dirigente de esa central a nivel nacional. Es decir que también en Mendoza se dividió la central.

44 Entrevista a Collado, Daniel.

45 Entrevista a Collado, Daniel.

46 Entrevista a RH. Se desprende también de sus palabras la situación interna de disputa entre tendencias ideológicas y políticas que analizamos más adelante.

47 Entrevista a Guitto, Ángel.

48 Entrevista a Collado, Daniel.

49 Entrevista a RH.

50 Los peronistas dirigían los gremios más grandes como la Unión Ferroviaria, la Unión Obrera Metalúrgica –UOM–, Alimentación, ATSA, SUPE. Los comunistas eran fuertes –como conducción o como oposición– en gráficos, mosaístas, construcción, químicos y trabajadores vitivinícolas.

51 Entrevista a Guitto, Ángel.

52 Entrevista a Collado, Daniel.

53 Entrevista a Tobares, Roberto.


Bibliografía

Fuentes primarias

Diario Los Andes.

Libros de Actas de Asambleas Ordinarias del Sindicato de Artes Gráficas de Mendoza correspondiente al período marzo de 1966 a diciembre de 1973.

Fuentes secundarias

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Entrevistas

Ángel Guitto, Mendoza, 9 de junio de 2010. Trabajador ferroviario. Presidente de la seccional Palmira de la Unión Ferroviaria.

Roberto Tobares, Mendoza, 12 de julio de 2012. Trabajador telefónico, delegado y miembro de la Comisión Directiva de FOETRA.

Daniel Collado, Mendoza, 8 de marzo de 2012. Trabajador telefónico, delegado y miembro de la Comisión Directiva de FOETRA.

Mabel Garro, Mendoza, 20 de noviembre de 2013. Trabajadora telefónica y delegada.

Carlos Echegaray, Mendoza, 18 de noviembre de 2013. Trabajador vitivinícola, delegado.

RH, Mendoza, 24 de julio de 2012. Trabajador gráfico y miembro de la Comisión Directiva de SAGM.

Para citar este artículo: Emili Parisi, Marcela. “Cultura sindical mendocina: organización gremial y conflictividad en tiempos de la dictadura de la Revolución Argentina”, Historia Caribe Vol. IX No. 25 (Julio-Diciembre 2014): 153-180.