Vol. 1 Núm. 1 (1995)

EDITORIAL

A fines de 1880 un geólogo francés, el alsaciano Luis Strifflcr, luego de haber recorrido buena parte de la geografía natural y humana de la Costa. Escribió que una de las características más sobresalientes que revelan sus habitantes era lo que él denominaba el culto al olvido: ..... Ias generaciones se suceden sin que se conozca su existencia". El individuo tiene su presentimiento de que nada quedará de él . el momento presente es lo único que le preocupa ... el tiempo se lo ha llevado lodo".

No exageraba precisamente Stníller al hacer esas anotaciones Durante décadas y décadas los pueblos de la Costa Caribe de Colombia vivieron sumidos en un profundo letargo histórico; sin conciencia de su dimensión temporal. 011 donde los hechos de su tiempo se sucedían sin mayor relevancia y sobre los cuales apenas se llevaba un simple registró cronol6gico que no resistía ni siquiera el amanecer del día siguiente. Cuando se estudiaban algunos acontecimientos se hacía con fines de exaltación de un pasado glorioso, especialmente aquellos relacionados con el pasado colonial de Cartagena, pero más allá de sus murallas existía una penumbra que cubría por igual naturaleza y sociedad.

Hubo ciertamente algunos intentos por despertar esa conciencia histórica, pero por provenir de espíritus aislados no se logró conformar un movimiento que perdurara en el tiempo. Obviamente las condiciones de atraso material en que vivían nuestras poblaciones no eran las más propicias para una reflexión detenida y serena sobre el pasado.

Esta debilidad histórica, por supuesto. tuvo sus costos: quienes estaban en capacidad de incidir en los destinos del país simplemente o ignoraban o despreciaban a los pueblos que vivían frente a un mar que, además, confundían con un océano. Existían, eso si, UM.s entidades territoriales que llamaban el Estado de Bolívar o el del Magdalena. o la provincia de Momp6s, pero el nombre Caribe no invocaba nada, si acaso unas tribus feroces que poblaban esos territorios a la llegada de los conquistadores españoles.

A medida que el país en conjunto se fue desarrollando y conociéndose mucho mejor, fueron emergiendo rasgos distintivos más pronunciados entre los diferentes pueblos y regiones que convivían en un Pals que se denominaba Colombia. Ese conocimiento, no obstante. no suponía un reconocimiento valorativo, todo aquello que provenía de los territorios localizados en el bajo Magdalena o en las Inmediaciones del litoral Caribe segura siendo de alguna forma extraño o ajeno a lo que se tenia por lo nacional.

Pero debido quizás a ese distanciamiento que se tenia en el interior de Colombia sobre todo lo que fuera Caribe. las manifestaciones, culturales de esta región se producía con mayor libertad y hasta eran más influenciadas por el mundo externo con lo cual ganaban en universalidad. Concomitante con esto proceso. y debido tal vez al auge de nuevos medios de comunicación, las diferentes élites de las principales ciudades caribes empezaron a tener un mayor contacto entre si y a desarrollar una conciencia de identidad de ciertos intereses comunes. Esto se fue alimcnuindo paulatinamente hasta el punto de elaborar un discurso regional de carácter reivindicativo que muchas veces lograba obtener del Estado central algunas concesiones o la ejecución de alguna obra pública., pero que luego se disipaba paro volver a surgir ante cualquier reivindicación nueva.

Las cosas por supuesto evolucionaron con el tiempo. Hoy el discurso goza de cierta permanencia y ha ganado mucho en su contenido; nuevas dimensiones le han sido descubiertas y hasta inventadas, y sin duda su poder dc convocatoria ha aumentado notablemente. pero si esto Lo podemos predicar del discurso, que podríamos situarlo en el plano político, podríamos decir lo mismo de nuestro conocimiento histórico. de nuestro pasado colectivo? El discurso regional se funda exclusivamente con miras a un futuro próximo? Sólo encuentra razón de ser en la medida en que la nueva Constitución de 199 J posibilita la creación de la región como ente territorial, o él responde a la elevación de un nivel de conciencia histórica de nuestro pueblo? Hasta qué punto sigue vigente aquella característica que anotaba StrifIler a finales del siglo XIX?

Si bien aún no se puede decir que hemos superado del lodo el culto al olvido, una mirada objetiva al estado do Jos estudios históricos en la región Caribe nos muestra un saludable movimiento académico que viene produciendo un material cada vez más creciente y científico -si cabe el concepto- de investigaciones sobre nuestro pasado colectivo, que sin duda ha contribuido a un mejor conocimiento de nuestro devenir como pueblo. A este esfuerzo intelectual le ha venido correspondiendo un aumento en el interés de diversos estamentos por la Historia que hoy se constituye en un permanente estimulo para su continuación y profundización.

El estudio de la historia del Caribe colombiano obviamente no se hace por el prurito de conocer más sobre nuestro pasado. ni mucho menos para glorificar sucesos del ayer -si es que los hay- ; su finalidad es ubicarnos en el tiempo, descubrir el, rastro cultural que nuestros pueblos han hollado desde que se conformaron en sociedades, para poder enfrentar mejor las vicisitudes del presente y del futuro; para indagar posibles respuestas a nuestros actuales incógnitas. Para que el discurso regional tenga un sentido histórico y no sea una simple reivindicación política. en últimas, para tratar de hacernos más libres, para ensanchar 01 horizonte de nuestra libertad.

Por todo lo anterior cualquler esfuerzo que se haga en esa orientación es merecedor de concernió, sino de estimulo)' aliento. En ese sentido se escribe HISTORIA CARIBE. Revista de la Asociación Colombiana de Historiadores Capitulo Atlántico. que aspira a convertirse en un órgano dedifusi6n de los estudios históricos del Caribe e Impulsado ras de nuevos caminos en la búsqueda de nuestros ancestrales valores y actitudes. Este objetivo debe ser apoyado ampliamente por su significado actual y porque con ello vamos asegurando también un espacio de discusión académico sobre el discurso regional que muchas veces se echa de menos.

Precisamente. Refiriéndonos al espacio, el constituye la preocupación central de casi lodos los ensayos reunidos en este primer número. a excepción del articulo de Sergio Solano que recrea el imaginario del cual era portador JWUl García del Rio. La reproducción de la última entrevista concedida por Fernand Braudcl, constituye, en el décimo aniversario de su fallecimiento. un reconocimiento a su labor historiográfica. herencia directa de Maro Bloch y Lucién Febvre, los fundadores de 13 escuela de AnnaJes.

Saludamos pues la feliz y oportuna aparición de la revista HlSTORIA CARIBE y le aseguramos desde ya no Sólo una amplia acogida, sino también un fuerte apoyo de todos aquellos estamentos que hoy buscan un mejor desarrollo para nuestro pueblo que por momentos parece muy esquivo.

Publicado: 2012-05-07

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