Sección: Editorial
Publicado: 2016-01-01

Editorial

  • Editorial Comité Universidad del Atlántico
Una de las responsabilidades de las revistas de historia es garantizar que los artículos que en ellas se publiquen sean el resultado de investigaciones originales, rigurosas e innovadoras que contribuyan al saber histórico. Pero al mismo tiempo los responsables del proceso editor debemos ejercer un control que permita en lo posible evitar las malas prácticas que aún perviven en disciplinas como la nuestra, tales como el plagio, el autoplagio, la redundancia, la cita de documentos inexistentes, datos inventados, cambios de autoría, invisiblización de autores, entre otras. Ese es precisamente uno de los mayores retos que afrontamos las revistas científicas, lo cual no se logra solo con la adopción de una declaración de principios éticos por parte de una publicación sino con el concurso de todos los actores involucrados en el proceso, lo cual pasa necesariamente por el funcionamiento real y efectivo de las redes de revistas que deben compartir información oportuna sobre los artículos que a ellas llegan...
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Comité, E. (2016). Editorial. Historia Caribe, 11(28), 9-10. https://doi.org/10.15648/hc.28.2016.0

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DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.0

Una de las responsabilidades de las revistas de historia es garantizar que los artículos que en ellas se publiquen sean el resultado de investigaciones originales, rigurosas e innovadoras que contribuyan al saber histórico. Pero al mismo tiempo los responsables del proceso editor debemos ejercer un control que permita en lo posible evitar las malas prácticas que aún perviven en disciplinas como la nuestra, tales como el plagio, el autoplagio, la redundancia, la cita de documentos inexistentes, datos inventados, cambios de autoría, invisiblización de autores, entre otras. Ese es precisamente uno de los mayores retos que afrontamos las revistas científicas, lo cual no se logra solo con la adopción de una declaración de principios éticos por parte de una publicación sino con el concurso de todos los actores involucrados en el proceso, lo cual pasa necesariamente por el funcionamiento real y efectivo de las redes de revistas que deben compartir información oportuna sobre los artículos que a ellas llegan.

En efecto, si quienes estamos al frente de las revistas de historia publicadas en Colombia y Latinoamérica, no establecemos mecanismos que permitan compartir en tiempo real la información relativa a los trabajos sometidos a consideración de los comités editoriales es muy poco lo que podemos lograr para evitar las malas prácticas por parte de algunos personajes como el chileno Rodrigo Núñez Arancibia, quien recientemente fue denunciado como un plagiador serial que logró publicar en su nombre artículos en varias revistas de historia, sin que fuera detectado a tiempo. Sin embargo, a pesar de lo grave del caso se demostró que no se puede mentir toda la vida.

Pero para que este tipo de conductas no se vuelva un virus que ponga en riesgo la seriedad de las publicaciones científicas, se requiere seguir contando con una comunidad académica crítica que desde su rol de pares contribuya de manera efectiva al proceso de arbitraje y evaluación de los artículos, lo cual en la práctica garantiza su calidad científica. Sin la dedicación y compromiso de los árbitros sería imposible darle sostenibilidad a las revistas científicas; a ellos nuestra gratitud y reconocimiento.

Agradecimiento que también se debe hacer extensivo a nuestros lectores, quien en últimas son quienes validan la calidad y aportes de los artículos al desarrollo de la disciplina. Ellos son parte clave, al igual que los autores, de este proceso editorial en que estamos empeñados hace dos décadas y en el que esperamos continuar por muchas más con el objetivo de develar desde distintas perspectivas los cimientos de nuestra vida actual, como los que son abordados en el dossier sobre Sociabilidad y cultura política, el que tiene como editor invitado al historiador Gilberto Loaiza Cano, quien dedicó su invaluable tiempo y energías intelectuales a reunir a importantes historiadores alrededor de un tema que tiene mucha tela por cortar.

Este dossier, integrado por seis trabajos, es complementado por dos artículos de tema libre, conformando así un número compuesto por ocho trabajos que seguramente serán leídos críticamente por nuestros lectores, a quienes ya no se les puede pretender ‘echar el mismo cuento’ a blanco y negro, pues hoy más que nunca las tonalidades de colores y la diversidad de los procesos históricos afloran ante el nuevo tipo de preguntas que se están planteando los estudiosos de la historia.