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Cuento
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 139-143
El terror dormía en casa aun cuando se colocaban trancas de madera a las
puertas, aun cuando se soltaba el perro y se ponían vasos de electroplata en
las orillas de las ventanas y las puertas. El terror era como el polvo, se me-
tía por todas partes, y uno amanecía empapado en él aunque se sellaran con
trapos las rendijas; aun a pesar de los toldillos, aun a pesar de las sábanas.
Enrique sentado aquella última noche, recordó los días de colegio, las ca-
rreras para alcanzar las ciruelas a la salida. El sudor de los días y los zapa-
tos prestados de su hermano; recordó los días en que Mamá lo correteaba
con varitas de guayabo por alguna travesura, una foto familiar, y la cara
de su hermano mayor muerto hace ya varios años a causa de una descarga
eléctrica en alguna torre de Mamonal.
Empezó a imaginar que era un ángel parado en un poste de luz cuidando a
su madre mientras veía las luces de la estación y las opacas bombillas roji-
zas que dibujaban un pesebre; y la dignidad de la torre de la iglesia que se
sumergía en el agujero que era ahora el pueblo. Imaginó que sería un ángel
como lo era ahora su hermano mayor y que volaba por las plantaciones de
yuca y los maizales verdes de abril. Imaginaba, pensaba, distraía las horas
mientras apretaba sus manos miedosas en los bolsillos.
La camioneta del jefe de Jairo se desportillaba por las calles para ir a re-
cogerlo.
—Nadie vio nada— Dijo una señora.
—Fueron nueve, nueve, nueve balazos.
—Que eran dos, que se fueron por las trochas.
—Que nadie los vio, que nadie los vio.
Que estaba oscuro, o que todo fue tan rápido, o que todos estaban ciegos, o
que la guerrilla, los paramilitares y el ejército habían dejado a todos ciegos
y solos en una fosa común donde los muertos sembraban tabaco e iban a
la iglesia con la misma devoción con que asistían a las casetas nocturnas.
Que Enrique ahora volaba a ras del suelo como una tórtola asustada. Que
contó:
Uno, por mi hermanita menor
Dos, por mi padre
Tres, por mi mujer