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mejorar nuestros estudios. Si en
lugar de enseñar a nuestros jóve-
nes tantas bagatelas; si mientras se
les acalora la imaginación con la
divisibilidad de la materia, se les
diese noticia de los elementos de
astronomía o de geografía, se les
enseñase el uso de algunos instru-
mentos fáciles de manejar, si la
geometría práctica y la geodesia
ocupasen el lugar de ciertas cues-
tiones tan metafísicas como inúti-
les; si al concluir sus cursos su-
piesen medir terreno, levantar un
plano, determinar una latitud, usar
bien de la aguja, entonces tendría-
mos esperanzas de que, repartidos
por las Provincias, se dedicasen a
poner en ejecución los principios
que habrían recibido en los cole-
gios y a formar la carta de su pa-
tria. (Ramírez, 2010)
Caldas planteó el problema de la en-
señanza, aduciendo que la educación
de los jóvenes se estaba basando en
cosas inútiles, poco provechosas, pura
elucubración que no lleva a ningún
lado; el discurso metafísico, retorico
y escolástico no estaba generando
ningún proceso constructivo para me-
jorar las condiciones económicas de
la población. Para tal efecto, el sabio
propone que se enseñe a los estudian-
tes cosas útiles para que conozcan su
entorno y puedan interactuar sobre él
en áreas como: la astronomía, geogra-
fía, geometría práctica, geodesia, en-
tre otras, y segundo da testimonio de
una de sus principales preocupaciones
a lo largo de su vida: la necesidad de
levantar la Carta de la Nueva Grana-
da, y de que la misma fuera ejecutada
por neogranadinos y no por científi cos
visitantes europeos (Ramírez, 2010).
Todos estos propósitos eran funda-
mentales para crear conciencia del
país que se tenía y además para en-
gendrar el germen independentista,
que permitiría a los sectores progre-
sistas derribar al viejo orden colonial
español acusándolo del retraso en el
que vivían los diferentes reinos y de
su descuido en mejorar la formación
de las nuevas generaciones. Caldas
propuso la fundación de una Socie-
dad de Amigos de la Nueva Granada
que se encargara de luchar contra el
atraso cultural y económico en que se
encontraba, mediante la difusión de
las luces en todas las clases de la so-
ciedad, la formación de agricultores y
artistas y el establecimiento de indus-
trias, entre otros (Báez, 2006).
La reforma de la enseñanza era vital,
los criollos creían que la pobreza, la
injusticia, y la arbitrariedad, se debían
a la ignorancia y que una vez abatida
esta por la ilustración, desaparece-
ría. Para tal efecto se consideró que
se debía transformar la retórica y la
especulación para darle prelación en
la enseñanza a las ciencias útiles, y a
su vez era imperioso implementar la
educación científi ca y técnica con el
objeto de fomentar el progreso econó-
mico y social (Botero, 2013).
Alonso Baquiro
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EVISTA AMAUTA • UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO • BARRANQUILLA (COL.) • ISSN 1794-5658 • NO. 30 • JUL-DIC 2017 • 43-54