Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
en el conicto armado
reciente en los Montes
de María: territorio,
identidades y testimonio
in the Recent Armed
Conict in Montes
de María: Territory,
Identities and Testimony
Las memorias “maricas”
Queer Memories
Muriel Jiménez Ortega*
Universidad del Atlántico
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.3
* Magíster en Estudios de la Cultura de la Universidad Andina Simón Bolívar e Historiadora de la Universidad de Cartagena.
Docente del Programa de Historia de la Universidad del Atlántico. Hace parte del Grupo de Investigaciones Históricas en
Educación e Identidad Nacional (gihein), adscrito a la línea de investigación “Historia del conicto armado y memoria histórica”.
Dentro de sus últimas publicaciones se encuentra el libro Los años del Sida en Cartagena, imaginarios, representaciones y
subjetividades en la década del 80. El artículo publicado en este número es resultado del proyecto titulado “Las historias no
contadas del conicto armado: sexualidades no normativas en medio de la guerra, el caso de los Montes de María (1998-2007)”;
radicado en agosto del 2015 en la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Atlántico, en el marco de los proyectos
individuales del Concurso Docente 2014. Grupo de Investigaciones Históricas en Educación e Identidad Nacional – GIHEIN.
Correo electrónico: murieljimenez1989@gmail.com
¿Cómo citar este artículo?
Jiménez, M.. (julio-diciembre, 2016). Las memorias “maricas” en el conicto armado reciente en los Montes
de María: territorio, identidades y testimonio. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24),
29-49. doi: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.3
Recibido: 29 de abril de 2016 * Aprobado: 28 de mayo de 2016
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Las memorias “maricas” en el conflicto armado reciente en los Montes de María: territorio, identidades
y testimonio
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
Abstract
The article analyzes the connections
between gender identities, sexual ori-
entations, armed conict and memo-
ries in Montes de Maria. It strives to
provide a closer look at the memories
of victims of armed conict who have
non-hegemonic sexual orientations
and gender identities. We will focus
on the historicizing of these memories
and the contexts in which they arise;
the link between the place of the sub-
jects’ enunciations, their identities, and
their testimonies.
Keywords
Memory, identity, testimony, lgbti,
armed conict, Montes de Maria.
Resumen
El artículo analiza las conexiones entre
identidades de género, orientaciones
sexuales, conicto armado y memo-
rias en Montes de María. Busca apro-
ximarse a las memorias de víctimas
del conicto armado con orientaciones
sexuales e identidades de género no
hegemónicas, en clave regional. Se
indagará sobre la historización de es-
tas memorias y los contextos en que
surgen; la vinculación entre el lugar de
enunciación de los sujetos, su identi-
dad y sus testimonios.
Palabras clave
Memoria, testimonio, lgbti, identida-
des, conicto armado, Montes de Ma-
ría.
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Muriel Jiménez Ortega
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Introducción
La ascensión del testigo en la escena pública del siglo xx tomó relevancia
en los procesos judiciales para perseguir los crímenes del nazismo y el
fascismo, pues la mayor prueba para el esclarecimiento de estos fue el
testimonio de los testigos/sobrevivientes. Lo mismo ocurrió en Latinoa-
mérica, en donde las dictaduras del cono sur, y conictos armados como
el colombiano, dejaron no sólo millares de víctimas, sino millares de re-
cuerdos prestos a esperar el momento de la denuncia. También los medios
de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y el Estado han
entrado a terciar en la revisión de episodios del pasado a través de las me-
morias de sobrevivientes de guerras y conictos (Bustos, 2010). En este
sentido, se puede armar que la importancia de la memoria en su dimen-
sión pública es incuestionable. En el campo de las ciencias sociales y la
historia, la memoria como objeto de análisis da su salto con los estudios
de Pierre Nora (2001) y la Nouvelle Histoire en procesos vinculados a la
dimensión pública que toma la memoria en la postguerra. En ese sentido,
Nora introduce unas primeras diferencias entre lo que será entendido por
memoria en contraposición a la historia como disciplina: la memoria como
selectiva, incompleta, en evolución permanente, siempre actual, siempre
presente; “la memoria es la vida” (p. 20). La historia, por su parte, es la
reconstrucción de un pasado distante, siempre ajeno y problemático, una
operación sistemática, llena de análisis y discursos críticos; una operación
intelectual, una disciplina. La memoria es recuerdo subjetivo, individual.
Existen tantas memorias como grupos, tantos recuerdos como personas,
tantos conictos como memorias asomando al mundo público.
Por su parte, Halbwachs (Citado por Calleja, 2013) también hará la distin-
ción entre historia y memoria, y armará que estas categorías no pueden
mezclarse. Sin embargo, termina deniendo la “memoria histórica” como
la apropiación del grupo de su versión de la historia, bajo razones de legiti-
midad o de supervivencia: “la memoria histórica no es la memoria erudita
de los historiadores, sino la apropiación ocial y selectiva de recuerdos
históricos por el grupo” (p.88).
Para el caso colombiano -enmarcado en la memoria histórica relacionada
con el conicto armado- se tratará de las versiones del pasado en las voces
de los que no tuvieron voz; voces de sobrevivientes, campesinos, mujeres,
estudiantes y sindicalistas, bajo un horizonte de expectativas por reelabo-
rar nociones del pasado que consideran excluyentes y que van de la mano
de pedidos de justicia o reparación.
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La memoria como objeto de estudio y de investigación se ha centrado
en eventos de ruptura o traumáticos (guerras/conictos/desastres). En ese
sentido, se trata de aprovechar el pasado y la manera como lo reelabo-
ran en el presente los sobrevivientes o testigos para construir horizontes
de futuro. Por ejemplo, los trabajos de memoria histórica adelantados por
el Centro Nacional de Memoria Histórica (gmh) sobre los distintos tipos
de victimización y formas de control territorial nos abren una puerta de
comprensión de un conicto armado complejo que no se resume al enfren-
tamiento de dos bandos, sino que es producto de “acciones intencionales
que se inscriben mayoritariamente en estrategias políticas y militares, y se
asientan sobre complejas alianzas y dinámicas sociales” (gmh, 2013, p.
31).
Dentro de esas complejas dinámicas sociales, el género entrará a ser parte
de los marcos sociales por los que se establecerán nuevas formas de con-
trol y de ejercer violencia. No siendo esto suciente, serán los arreglos de
género los que harán que la guerra termine impactando de manera distinta
a hombres y mujeres. Por ello, este artículo pretende ser una aproxima-
ción a la relación entre género, memoria histórica y memorias, poniendo
el acento en la necesidad de incorporar esas memorias otras -que a razón
de su orientación sexual e identidad de género no habían podido narrar su
versión del pasado- en la reconstrucción de los episodios del conicto ar-
mado, de forma especíca en el caso de la subregión de Montes de María.
Se hace énfasis en la memoria y su relación con la identidad y el territorio,
en las formas de recordación y lugares de enunciación de las víctimas en-
trevistadas.
El artículo se centra en las memorias y la producción de testimonio de las
personas entrevistadas en el territorio montemariano, en sus énfasis y con-
diciones de surgimiento. Vale aclarar que este no es un trabajo terminado
sobre la memoria histórica de sectores lgbti en los Montes de María, sino
un artículo que se desprende de los trabajos de campo realizados, entre-
vistas grupales e individuales recogidas a lo largo de los últimos dos años
en el trasegar por la subregión y que busca constituirse en un aporte para
futuros trabajos de memoria.
1
En otras palabras, el artículo procura realizar aportes metodológicos y
teóricos sobre los trabajos de memoria histórica en clave de género, in-
1 Entre los meses de enero y febrero del 2016, se realizaron dos entrevistas grupales y alrededor de cinco entrevistas a profundidad
a víctimas del conicto armado. Estas se autorreconocían como parte de los sectores LGBTI y, además, se encuentran vinculadas
a los ejercicios de reparación que adelanta el Estado. Este artículo se nutrió de esas entrevistas, así como también de ejercicios
diálogo, entrevistas con pobladores de las zonas rurales, y recolección de información en terreno en el trasegar de los trabajos
de campo entre 2013 y 2015.
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corporando las llamadas “memorias maricas”. Por estas razones y por la
extensión del texto, no incluyó la totalidad de los testimonios de los entre-
vistados, se seleccionaron apartados que pueden alimentar el análisis sobre
los temas expuestos, sin que ello constituya una versión “ocial” de un
sector que es tan diverso como las memorias que lo constituyen.
A continuación se analizarán los testimonios y las memorias que se ponen
en escena en el proceso de investigación a partir de dos énfasis. El primero
tendrá que ver con la relación de sus recuerdos en clave territorial y su in-
corporación en las dinámicas del conicto reciente propias de la subregión
de Montes de María-. Y el segundo, abarca la relación entre su identidad
de género y orientaciones sexuales no hegemónicas y las condiciones de
posibilidad de su testimonio. Se indagará por la manera en que construyen
horizontes de futuro y recuerdan hechos puntuales del conicto armado a
razón de sus lugares de enunciación como sujetos por fuera de los patrones
heterosexuales en el corazón del conicto armado en Montes de María.
Es de suma importancia comprender la inserción de las afectaciones espe-
cícas a víctimas con orientaciones sexuales e identidades de género no
hegemónicas dentro de una trama regional especíca que determinará las
acciones de los grupos armados. Por ello, aunque se establezcan unos “pa-
trones” nacionales en relación a los grupos al margen de la ley, la mirada
local permite análisis más minuciosos del devenir del conicto armado
y sus impactos diferenciales. El artículo también pretende contribuir al
análisis sobre al rol de las “memorias maricas”, y su incorporación en los
relatos que se están reconstruyendo en cada uno de los territorios golpea-
dos por el conicto armado.
1. Los recuerdos del conicto: “más allá del género” en la memoria
de víctimas de los sectores lgbti de Montes de María
1.1 Montes de María en contexto
Montes de María es una subregión de la región Caribe colombiana y cons-
tituye en términos geográcos una prolongación de la Serranía de San Je-
rónimo de la Cordillera Occidental. Cobija 15 municipios de los depar-
tamentos de Bolívar y Sucre: San Jacinto, San Juan Nepomuceno, María
La Baja, Córdoba, Zambrano, El Guamo y El Carmen de Bolívar, en el
primer departamento citado, y San Onofre, Ovejas, Chalán, Colosó, Mo-
rroa, Toluviejo, Los Palmitos y San Antonio de los Palmitos, en el segundo
(Jiménez, 2004). De vocación agropecuaria y agroindustrial, predominan
los cultivos de maíz, yuca y ñame, así como el monocultivo de tabaco para
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exportación y la ganadería de doble propósito (gmh, 2009, 22). La zona se
ha caracterizado por el predominio del latifundio bajo el control de élites
locales y regionales que, en los últimos años, se han añadido cultivos de
palma africana en María La Baja, Córdoba y Zambrano (Porras, 2014,
334).
La inserción de los Montes de María en el conicto armado reciente obede-
ce al proceso de expansión de guerrillas en gran parte del territorio nacio-
nal, la irrupción de grupos paramilitares, la articulación con el narcotráco
y la crisis del Estado en el periodo de 1982 y 1995. La subregión también
sería testigo del recrudecimiento del conicto entre 1996 y el 2002 como
consecuencia del fortalecimiento militar de las guerrillas, la expansión na-
cional de los grupos paramilitares y la reconguración del narcotráco en
el marco del conicto (gmh, 2013, 33). Según la resolución defensorial
No. 8 del 2002, en Montes de María operaban “los frentes 35 y 37 del
bloque norte de las FARC, el frente Compañero Ricardo del eln, algunas
guerrillas del erp y epl, y los Bloques Golfo de Morrosquillo y Canal del
Dique de las autodefensas” (p.5).
De acuerdo al contexto señalado y según la periodización expuesta por el
cnmh, los testimonios que convergen en este artículo pueden ubicarse en
dos momentos: 1) El pasado y los hechos que se recuerdan tienen que ver
con el periodo de recrudecimiento del conicto entre 1996 y 2002, y 2) El
momento en que sus memorias se hacen públicas coincide con la tempo-
ralidad del 2003 en adelante, denida como una etapa decreciente caracte-
rizada por “la recuperación de la iniciativa militar del Estado, el repliegue
de la guerrilla y la desmovilización parcial de grupos paramilitares” (gmh,
2013, p. 33).
1.2 La memoria en clave territorial
En sus testimonios, las víctimas entrevistadas pusieron fuerte acento en las
vivencias personales insertas en el plano local y regional del conicto ar-
mado. Saben y cuentan que primero estuvo la guerrilla y luego los parami-
litares a quienes señalan con mayor crudeza. Ahora, ¿Cómo comprender la
intersección entre las “memorias maricas”
2
y la dinámica regional y local
2 “Marica” es la manera de nombrar de manera peyorativa a los varones gays o bisexuales, y aunque hoy la palabra tiene
múltiples acepciones, ha sido asumido por mucho tiempo como un adjetivo de carácter peyorativo y su uso sobre ciertos sujetos
ha implicado formas de insulto. Sin embargo, es importante señalar que este adjetivo ha sido resignicado en clave positiva por
sujetos de los sectores lgbti. En este artículo se usará esa resignicación para entender las memorias “maricas” como legitimas
de ser contadas, ya no en clave peyorativa, burlesca y reductora.
Por memorias “maricas” entenderemos la incorporación de las memorias de los sectores lgbti víctimas del conicto armado
dentro de las reconstrucciones de memoria histórica. Nos referiremos a las versiones y a la apropiación del pasado por parte
de sectores que hasta hace poco no habían sido incorporados en los análisis sobre el conicto armado reciente. Son memorias
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del conicto? Un primer acercamiento para responder esta pregunta esta-
ría relacionada con advertir que los recuerdos y vivencias de los sectores
lgbti entrevistados no están atravesados por una construcción identitaria
monolítica. La construcción identitaria de los sujetos no solo está dada
por la identidad de género u orientación sexual -aunque éstas en contextos
hostiles pueden ser determinantes-, sino que para este caso se pone en es-
cena su pertenencia territorial montemariana como primera línea para las
vulnerabilidades de las que fueron objeto.
En los testimonios de las víctimas se establecen unas causas de inserción
de los grupos armados ilegales que, en un primer momento, no tendrían
como objetivo rearmar el orden moral, sino que se relacionan con intere-
ses políticos y económicos. Sobre este punto, sus memorias coinciden con
los estudios que han intentado indagar por las maneras en que se originó y
recrudeció el conicto armado en Montes de María. Desde diferentes in-
vestigaciones se ha reconstruido el contexto en clave de larga duración, y
se coincide en que para entender el conicto reciente en la subregión es
necesario explicar la evolución de la estructura agraria, la relación con los
poderes locales y las agendas de los grupos armados. En estos balances se
entiende que el segmento más público y, por lo tanto, vulnerable fue el sector
campesino que, en décadas anteriores, había dado sendas luchas por el ac-
ceso a la tierra y que entre 1996 y 2002 fue estigmatizado con mayor fuerza
como “colaboradores” de las guerrillas. Sin embargo, el recrudecimiento del
conicto armado diseminó los objetivos políticos de los actores armados, de
los poderes locales y, por lo tanto, las características de las víctimas.
El recrudecimiento del conicto armado y las tensiones por el control terri-
torial hicieron que el conicto evolucionara. En este punto cabe mencionar
la distinción entre los conictos por la tierra y los conictos por el territo-
rio que atravesaran nuestra zona de interés: los primeros tienen que ver con
el modelo de concentración de tierras, el latifundio y sus consecuencias,
como la dicultad del pequeño campesino para acceder a una porción de
tierra. El segundo tipo de conicto tiene que ver con las confrontaciones y
tensiones por el control político y económico de rutas estratégicas (Porras,
2014, p. 354). Por ello, la afectación diseminada a múltiples objetivos para
ejercer el control territorial involucraría a sectores de la población civil
que se escapaban de los tradicionales “objetivos militares”.
Para el caso de los paramilitares no solo será importante controlar redes
comerciales o de narcotráco, inuir políticamente y cooptar recursos pú-
legítimas y valiosas en cuanto tal, no a pesar de ser “maricas” sino justamente por serlo.
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blicos, sino que el reordenamiento moral sería uno de sus objetivos en el
marco de la estrategia de control territorial. Bajo este panorama los secto-
res lgbti entrarían a conformar parte de esas “nuevas” víctimas sobre las
que recaerán las consecuencias del conicto y, por lo tanto, sus versiones
del pasado, antes ignoradas, serán también importantes para la reconstruc-
ción de la memoria histórica de la subregión.
1.2.1 Los recuerdos del conicto reciente: el “estigma” montemariano
y las memorias colectivas
Las personas entrevistadas recuerdan episodios centrales en la dinámica
del conicto en Montes de María ligados al uso del espacio público, y esto
no está ligado a solamente a que sean ser lgbti, sino a las lógicas de con-
trol social que vivieron municipios como El Carmen de Bolívar y zonas
aledañas, tales como las tomas, atentados con granadas etc.
Se recuerdan los controles en alimentos, el rumor, el señalamiento y la
sensación de inminente peligro: “Si tú hubieses venido en una época como
esa, no habrías entrado al Carmen, no estuviéramos sentados aquí” [Luis/
Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. Luis
3
se reere a los
años en que el Carmen de Bolívar y la subregión de los Montes de María
eran considerados zona roja. Por su parte, Omar señala: “tenían que averi-
guar con permiso si entrabas, quien eras y quien te conocía. Y si nadie te
conocía, en las casetas (como me pasó a mi) te invitaban a la mujer más
hermosa del mundo [y te preguntaba] “y tú de dónde” “a quien conoces”,
[…] “dónde vives”, me entiendes? Te preguntaban hasta lo mínimo para
saber dónde vivías tú y quien te había invitado al pueblo”. [Omar, Carmen
de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].
El enfoque territorial sobre las memorias de los que hoy se reconocen como
integrantes de los sectores lgbti -y que constituyen parte de las “memorias
maricas”- permite entender la manera en que en los años de las llamadas
“zonas rojas”, el estigma relacionado al lugar de pertenencia primaba. Es-
tas víctimas comparten recuerdos con sus coterráneos, vinculándose a las
memorias colectivas de quienes vivieron a nales de los años noventa e
inicios del 2000 en la subregión de los Montes de María: “uno se iba de
aquí para Barranquilla, ¿de dónde eres tú, del Carmen?”, “¿tú eres del Car-
men?”, “a esa gente no la meto a trabajar aquí, a esa gente no le alquilo”
[Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].”.
3 Se han cambiado algunos nombres para proteger la identidad de los informantes.
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El estigma y la sospecha de “subversión” pesaban sobre los oriundos de
Ovejas, El Carmen de Bolívar, San Jacinto y demás zonas de los Mon-
tes de María, se materializaba cuando llegaban a ciudades cercanas como
Barranquilla y Cartagena; primeras receptoras de las víctimas de despla-
zamiento de los Montes de María. En palabras de Omar, “mucha gente
prerió [responder a la pregunta]… ¿De dónde eres tú? “Cartagena”, […]
y no decían que eran del Carmen de Bolívar, para evitar ese choque cultu-
ral que había de “tú eres del Carmen, eres guerrillero, eres paraco” [Omar,
Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].
Estos testimonios referencian un episodio de la vida que los habitantes de
los Montes de María aún recuerdan con dolor, sobre todo, en relación al
estigma de ser considerados “guerrilleros” debido a la presencia, por más
de dos décadas, de las farc en la zona. Según lo establecido por el gmh
(2009) en La masacre de El Salado: Esa guerra no era nuestra, la presen-
cia de grupos irregulares en cualquier población ha servido de pretexto
para estigmatizar a sus habitantes y señalarlos como “guerrilleros de civil”.
Se asume de manera equivocada que la presencia del grupo ilegal siempre
tiene que ver con una identicación con las personas que habitan el lugar,
aun cuando sus intereses y objetivos no coincidan; obviando la compleja
realidad que implica convivir y tolerar a un actor armado en una situación
en la que hay pocas opciones de resistencia. En palabras del gmh: “leer la
presencia armada de un actor exclusivamente en clave de identicación,
simpatía, legitimación y lealtad de la población es una simplicación inte-
resada o, más aun, perversa, de las dinámicas de la guerra” (p.18).
La justicación de la incursión paramilitar en Montes de María tenía que
ver con la presencia y anclaje de guerrillas en el territorio. Su larga perma-
nencia fue explicada por la idea de unas “bases sociales” que la soportaban
y la alimentaban, cuando en realidad –siguiendo al gmh- cabría preguntar-
se hasta qué punto “las poblaciones que se encuentran bajo el dominio de
uno u otro actor tienen opciones distintas a la de colaborar con el dominan-
te” (gmh, 2009, p. 18). El estigma de “pueblo guerrillero” llegó a tal punto
que las grandes masacres contra la población civil en Montes de María
fueron presentadas ante la opinión pública como golpes a la guerrilla, entre
esas se cuentan la masacre de El Salado en febrero del 2000, Chengue en
enero del 2001, Macayepo en octubre del 2000 y Las Brisas en marzo del
2000 (gmh, 2013, p. 39).
La ecacia y el daño del estigma como estrategia generarían efectos du-
raderos en las poblaciones vecinas. Como vemos, los dos entrevistados,
habitantes de la cabecera municipal del Carmen reeren el estigma que
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pesaba sobre ellos cuando llegaban a ciudades como Cartagena o Barran-
quilla. Sin embargo, el fenómeno era replicado por algunos habitantes de
las cabeceras municipales en relación a los habitantes de las zonas rurales.
El estigma le terminó restando culpabilidad al victimario al justicar como
un “mal necesario” el tener que arrasar con los “guerrilleros” de la zona, al
tiempo que dejaba el manto de duda sobre las víctimas. El peso del estigma
de esos años sobre los habitantes de la subregión quedó inmortalizado por
la canción ganadora del Festival de Ovejas del 2002 titulada “Dignidad
gaitera” de Gerson Vanegas:
Esta canción no es una cumbia más, es la protesta silenciosa de los
hombres de los Montes
de María, es el grito quedo de todo un pueblo, expresado hoy con
versos y melodías.
Yo no sé si eso es un pecado (bis)
Ser hijo de esta tierra
Pero todo el mundo vive señalando
al que diga que es de Ovejas.
Nos difaman nos apodan y nos tildan
como hombres guerrilleros
y por mucho que rechace esa mentira
para ellos somos unos violentos.
No señor, eso no es así
Y por eso este canto es pa’ aclararle
que la gente de mi pueblo no se porta así
que si en esas montañas ya se esconden unos
hombres descontentos
se lo juro a usted compadre que no son de aquí […]
Y si dicen que carga un fusil
seguro es una gaita con cinco huecos (bis)
A nales del año 2002, ser de Ovejas o de los Montes de María era equi-
valente a ser guerrillero, y como relata la canción, les tocó explicar y re-
armar que ellos no eran violentos y que si decían que cargaban un fusil
seguro era “una gaita con cinco huecos”, apelando a la tradición gaitera
de la región y superponiéndola como rasgo identitario que combatiera el
estigma de “auxiliadores de la guerrilla”.
“Dignidad gaitera” reejó la preocupación del estigma vivido producto
de los discursos que legitimaron el proyecto paramilitar en la zona. Sin
embargo, el estigma de pueblo “auxiliador” de la guerrilla sería también
usado en el marco de la “seguridad democrática” de los años del gobierno
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de Álvaro Uribe. Las víctimas recuerdan que se les llegó a racionar y a
controlar el número y cantidad de alimentos que subían a sus viviendas en
zonas rurales bajo la sospecha de que cuando llevaban más alimento -del
que se suponía era necesario para determinado número de personas-, este
iba destinado a la guerrilla.
En el 2002, a través del decreto 1837, se declaró estado de conmoción
interior y a partir de allí se constituyeron en la región “zonas de rehabili-
tación y consolidación” que conllevaron una serie de normativas conside-
radas restrictivas de las libertades y los derechos humanos. Se realizaron
operaciones conjuntas entre fuerza pública y Fiscalía que terminaron en
capturas masivas dentro de la llamada Operación Mariscal Sucre que solo
en el 2003 dejó un saldo de 153 personas detenidas bajo el argumento de
haber cometido presuntamente el delito de rebelión (Porras, 2014, p. 368).
En el Informe Anual de Naciones Unidas de 2004 se hizo referencia a
estas detenciones masivas, realizadas en algunas ocasiones por el ejército
sin previa orden judicial, o diligencias llevadas a cabo por la Fiscalía con
base en meros rumores o señalamientos de encapuchados (ocnudh, 2004).
Acciones como estas contribuyeron a continuar nutriendo el estigma que
recaía sobre los habitantes de los Montes de María.
El estigma como lo plantea Goman (1963), en tanto marca y sospecha
sobre un individuo que ha sido desacreditado y es desacreditable, denirá
parte de su identidad social. Serán los otros quienes usarán esta estrategia
para desautorizar y denir a determinados sujetos a razón de su “estigma”
(p.15). El estigma de ser montemariano a nales de los noventa no diferen-
ciaba orientación sexual ni género, estaba vinculado al lugar de residencia
y a un conicto armado con lógicas territoriales que llevaba a considerar
a sus habitantes como “auxiliadores” de la guerrilla. En este mismo orden
de ideas, la masacre del Salado expone ese estigma como justicante de
la incursión de grupos paramilitares. Por ello, como se mencionó antes,
pertenecer a las “zonas rojas” será uno de los elementos que comparten las
víctimas denominadas lgbti con otras víctimas del territorio a razón del
arraigo, y una manera en que las “memorias maricas” se incorporan a las
memorias colectivas. Y además, un ejemplo de la manera en que podían
coexistir diversos estigmas de la mano con la diversidad identitaria de su-
jetos que no solo se denían -o eran denidos- por su orientación sexual o
identidad de género.
Esa misma dinámica territorial deniría, de maneras distintas, las formas
de relación entre los actores armados y personas que tenían orientaciones
sexuales e identidades de género no normativas. Como han señalado otros
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informes de memoria que abordan las relaciones de género en contextos
de guerra, ciertas formas de violencia contra mujeres y población lgbti
varían en intensidad, de acuerdo al contexto y a los intereses del momento.
Ciertos crímenes pero también ciertas alianzas -o el hacer uso de relacio-
nes de cercanía con estas personas- dependerán de condiciones sociales y
políticas que son producto de decisiones y opciones de los actores arma-
dos” (cnmh, 2011). Motivado claro está, por las condiciones extremas del
conicto y a situaciones particulares de confrontación con el enemigo.
1.2.2 La “refundación” moral del paramilitarismo
Las prácticas de control sobre las personas irían de la mano con los tipos
de control sobre el territorio. En algunas zonas de enclaves guerrilleros,
como lo explican Fernán González (2014) y el cnmh, las prácticas ilícitas
tenían que ver con secuestros, extorsión, asesinatos selectivos y coacción
a la población civil. Con la llegada de paramilitares a enclaves como Mon-
tes de María se aplicó la estrategia de “tierra arrasada” o “exterminio”,
que implicaba eliminar todas las “bases” de apoyo de las guerrillas. Esto
implicaba acciones como cortar posibles suministros de alimento, inltrar
redes de comunicaciones y hasta masacrar pueblos enteros como señal de
contundencia en el dominio territorial y disciplina pública (gmh, 2013).
Estas estrategias de control denidas por las especicidades del territorio
impactarían también en los órdenes morales que se querrán restituir como
parte del proyecto de “refundación”. Esa puede ser una de las razones por
la que las víctimas de los sectores lgbti recuerdan las actuaciones del
bloque Héroes de los Montes de María como más duras y violentas que las
de la guerrilla. La apuesta paramilitar por el control sobre el territorio lle-
varía consigo la restauración de cierto orden “moral” que ineludiblemente
pasaba por regular las prácticas de género. En palabras de Luis “[…] para
ser marica tenía que estar oculto, no metido en el closet, refundido en los
últimos cajones. [Y cuando llegaron los paras] Peor, porque a la hora del
té la guerrilla no era tan hijueputa con el marica”. Continúa sus recuerdos
sobre la incursión paramilitar diciendo que “era imposible de que yo me
sentara ahora mismo aquí, de que yo me pintara el pelo de este color, yo
tenía que tener una cara de macho ciento por ciento para poder estar aquí”
[Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].
La regulación o “restauración” del orden moral pasaba por la regulación
a través del rumor y la aparición de listas negras y panetos sobre “inde-
seables” en la comunidad que incluían a prostitutas, personas que vivían
con vih y “maricas”. Se sabe que los panetos y la publicación de listas
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“negras” son la primera herramienta para desplazar forzosamente, en este
caso, a quienes vivían su orientación sexual o identidad de género de ma-
nera más pública: “la vida aquí para uno era feo, cuando comenzaron a re-
gar las cartas para que la comunidad lgbti se fuera era porque ya estaban
destapados” [Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].
En las entrevistas grupales realizadas en Zambrano también aoraron re-
cuerdos sobre los controles a la circulación en horas de la noche, la anula-
ción de espacios de homosocialización, las restricciones sobre el rio, el uso
de rumor para regular y las amenazas a hombres gays, mujeres lesbianas
y personas transgénero. Como señalaban los informantes o “se ajuiciaban
o los ajuiciaban” [Entrevista grupal a hombres y mujeres de los sectores
lgbti de Zambrano, 31 de enero de 2016].
Accionares similares reeren víctimas de San Juan Nepomuceno y San
Jacinto sobre la relación entre cuerpos, sexualidades y controles sociales
por parte de estos grupos armados. Si el factor de mayor peligro era la vi-
sibilidad de la orientación sexual o la identidad de género, la estrategia de
supervivencia sería ocultarse o mimetizarse; dejar de frecuentar espacios
tradicionales de encuentro y acatar las normas impuestas a toda la comuni-
dad, como los toques de queda.
Los hechos recordados por las personas entrevistadas no corresponden a
eventos aislado, propiciados por un sector de las AUC, sino que se articu-
lan al proyecto de imposición de una moral por parte del grupo armado,
dentro de su estrategia de control social y territorial. En el informe Mujeres
y guerra del cnmh (2011) se reconstruye en uno de sus apartados la mane-
ra en que alias “Cadena” y alias “El Oso” impusieron formas de regulación
sobre la feminidad y masculinidad que se ajustaba su idea de moralidad.
Se referencian los reinados con menores de edad en Libertad (Sucre); las
peleas de boxeo en San Onofre organizadas para que participaran hombres
homosexuales y en un ejercicio de burla pública se sancionaran esas prác-
ticas “desviadas”. El informe también reseña el caso de Rincón del Mar
donde las mujeres que infringían las normas impuestas eran rapadas como
estrategia de “castigo”. Todos estos repertorios de violencia se enlazan
con los objetivos del accionar paramilitar en la subregión de los Montes de
María y la rearmación de las lógicas tradicionales del género, vendría a
ser una de las estrategias para instaurar su versión del “orden moral”.
En ese sentido, comprender el “género” como arma de guerra permite es-
tablecer que las acciones premeditadas en clave de género no solo eran
un “arma más” -excepcional por el contexto de la guerra-, sino que surgía
como posible dentro del sentido común (y las incorporaciones en los es-
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quemas de percepción) de pensar al otro/otra como inferior y utilizable,
como un objeto de posesión (Bourdieu, 1999). Es un esquema binario de
género incorporado en los actores armados desde mucho antes de vincular-
se al conicto armado, pero exacerbado por las nociones de poder masculi-
no unido al poder militar en contextos de confrontaciones armadas.
2. Sujeto, testimonio e identidad: el presente de las memorias lgbti y
su agencia social y política
Las víctimas entrevistadas para este trabajo –como en otros trabajos de
memoria- fueron convocadas a recordar episodios de su pasado, se las in-
vitó a hacer públicas sus memorias. Ahora, para hacerle un seguimiento
a estas, es importante resaltar que la memoria, en tanto conformada por
olvidos y silencios, recordará de acuerdo a unos marcos sociales del con-
texto en que está siendo invitada a decir. ¿Quién pregunta? ¿Para qué?
¿Qué hace posible que hoy estas memorias hablen? Como veremos, lo
que permitirá que el presente sea favorable para decir serán los pedidos de
justicia, pero a la vez políticas de memoria favorables a las víctimas y una
gran incidencia de organizaciones lgbti en la agenda regional y nacional.
Por otro lado, en el lugar de residencia de las víctimas entrevistadas (mu-
nicipios de Montes de María), grupos al margen de la ley como auc y farc
aparecen hoy desdibujados y sin aparente presencia. Por ello, el testimonio
de las víctimas puede hacerse público, se puede hablar porque ya no están
y aunque las amenazas siguen cerniéndose sobre el territorio con la presen-
cia de bandas criminales, reconocen que hay una distancia frente al pasado
que recuerdan y que vivieron hace más de 15 años.
El ejercicio del recuerdo que ponen en escena está a travesado por unas
perspectivas de futuro y unas condiciones del presente que enmarcan sus
memorias, por ello será importante comprender la manera en que los ejer-
cicios de reconstrucción de memoria en el territorio han contribuido a rea-
rmar identidades de sectores lgbti de Montes de María y a su agencia so-
cial para hacerse visibles desde un nuevo plano de ejercicios ciudadanos.
2.1 Condiciones de posibilidad de los testimonios y las expectativas de
futuro
La primera condición que hace posible el testimonio de estas víctimas que
se asumen parte de los sectores lgbti tiene que ver con la posibilidad vital
de poder contar, “hablan entonces porque otros han muerto y en su lugar”
(Sarlo, 2005, p. 43). Vale tener presente que son víctimas/sobrevivientes
y que les cabe además la obligación moral de hablar y contar -en algunos
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casos- por los que ya no están; sanar heridas del pasado y hacer visibles
episodios del conicto no contados hasta ahora.
La memoria, como se ha dicho, está llena de silencios y olvidos. Los si-
lencios se maniestan en los años en que permanece voluntaria o involun-
tariamente sin hacerse pública y los recuerdos permanecen resguardados
en la memoria de las víctimas sin que constituyan testimonios. El pasado
que se rememora y se olvida es activado en un presente y en función de
expectativas futuras, por ello, revisar los momentos y coyunturas que ac-
tivan ciertas memorias como la de los sectores lgbti es importante para
comprender las maneras en que recuerdan, los cómos y los porqués (Jelin,
2002).
La segunda condición que hace posible estos testimonios está relacionada
con encontrar del otro lado la voluntad de escuchar. Por ejemplo, los rela-
tos de las personas que se encuentran en el informe Aniquilar la diferencia
(cnmh, 2015) y que convergen para este artículo no hubieran sido posibles
al momento de ocurrencia de los hechos. No había quien escuchara por
unas condiciones sociopolíticas que así lo establecieron.
La voluntad de escuchar en el presente podemos evidenciarla en la clave
comparativa con el pasado sobre diversas variables, una de esas tiene que
ver, por ejemplo, con los años de Seguridad Democrática. Estos se carac-
terizaron por la puesta en escena de los testimonios de los victimarios y
la sospecha sobre las víctimas. La credibilidad pública de las víctimas fue
posible cuando en el marco de justicia transicional que estableció la ley
de “Justicia y Paz” se incorporaron las memorias de los victimarios. Lo
que permitió –paradójicamente- reconocer que lo que las víctimas venían
denunciando desde años anteriores era cierto (cnmh, 2012).
La voluntad de escuchar también tiene que ver con los diseños institu-
cionales dispuestos para ello, y como veremos, implica la convergencia e
incidencia de las agendas reivindicatorias lgbti con la nueva institucio-
nalidad del Estado. Hace 15 años esta institucionalidad era insuciente
frente a la complejidad que estaba dejando tras de sí el conicto armado,
no estaba amparada por una Ley de Víctimas, ni había incorporado enfo-
ques diferenciales. En esas condiciones los sectores lgbti, y las víctimas
en general, no tenían un interlocutor dispuesto, no encontraban voluntad
de escuchar.
El lado favorable de la escucha se activó bajo unas condiciones políticas
de reconocimiento de la voz de las víctimas y de una institucionalidad que
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las puso en primera línea. Esto implicó un reconteo de estas y la imple-
mentación de una nueva ley -la 1448 de 2011- que, además de reconocer
hechos victimizantes, desde sus primeras líneas nombraba a las parejas del
mismo sexo como víctimas. Fue ese marco político e institucional el que
brindó las condiciones para que los testimonios de los sectores lgbti y sus
“memorias maricas” encontraran el ambiente para ser escuchados.
Todo ello conrma que la memoria, como construcción social narrativa,
implica el análisis de las propiedades de quien narra, pero también “de
la institución que le otorga o niega poder y lo/a autoriza a pronunciar las
palabras, ya que […] la ecacia del discurso performativo es proporcional
a la autoridad de quien lo enuncia” (Citado por Sarlo, 2005, p. 35). Las
intersecciones entre los objetivos del Estado, sus diseños institucionales,
sus políticas de memoria y los horizontes de futuro que establecen los su-
jetos que recuerdan, enmarcan las memorias. La Ley 1448 de 2011 vinculó
en el mismo apartado correspondiente a formas de reparación -y medidas
de satisfacción- a las políticas sobre la memoria. Asímismo, incorporó un
enfoque diferencial que buscaba entender el impacto diferenciado de la
guerra sobre hombres, mujeres, niños y niñas, personas con discapacidad,
grupos étnicos y población lgbti. En ese sentido, su visión pluralista de
la reparación ha sido aplaudida por diversos sectores y, por lo tanto, inci-
dirá en la reconstrucción de la memoria histórica con un enfoque de gran
amplitud. En este contexto se aanza en el país la categoría de “Memoria
histórica” y el boom memorialistico se extenderá por todo el territorio na-
cional. En zonas rurales y urbanas los más de siete millones de víctimas se
apropian y exigen ejercicios de memoria como antesala a los procesos de
reparación integral. La Ley 1448 vinculó reparación y memoria, y así lo
han entendido las víctimas.
2.2 Los efectos de los trabajos de la memoria: hacia las identidades
políticas lgbti y la categoría de “víctimas”
Estos marcos institucionales han viabilizado la emergencia de nuevos tes-
timonios y la posibilidad de que esas nuevas memorias se movilicen como
agentes sociales. Vincular las políticas de reparación a las políticas de
memoria y al reconocimiento de nuevos sectores sociales como víctimas
legitimas del conicto armado, abrió las puertas para que las “memorias
maricas” no solo pudieran hacerse públicas, sino que pudieran ganar ma-
yor legitimidad en el campo social y político.
Las víctimas entrevistadas marcan las distancias con el pasado caracteri-
zado por el control y poder de los grupos armados al margen de la ley y
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los obstáculos de poder ser, esto es, vivir tranquilamente una parte de su
identidad atravesada por su orientación sexual e identidad de género. Ese
pasado imposible se cruza, como se ha dicho, por las dinámicas del con-
icto armado en la región y los controles territoriales y de orden “moral”,
pero por otro lado, la inexistencia de organizaciones de la sociedad civil
que llevaran a lo público sus necesidades también marcó parte de esas
condiciones de imposibilidad.
La demarcación temporal de la memoria establece para las víctimas una
idea de antes y después. Sus testimonios incorporan la percepción de que
las lógicas que las vulneraban han cambiado, por ejemplo consideran que:
“desde la que la guerrilla se acabó [en este lugar], todo es belleza para uno.
Hay uno que otro que nos mira sobre el hombro pero para nosotros ya eso
es igual. Ya yo vivo con un hombre a puertas abiertas […] pero si 20 años
atrás la Pola andaba vestida de mujer ya estuviera enterrada. [Luis, Car-
men de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].
También se evidencia en los testimonios la idea de un nosotros inexistente
en tiempos del conicto armado en la subregión, tal como lo muestra la
siguiente cita: “él tenía su combo, y nosotros nos llegamos a conocer fue
tiempo después, después de la violencia. Y vivíamos aquí […] Pero hay
ciertas situaciones que no nos permitía conocernos, ¿por qué? Porque ellos
tenían un criterio de encierre y yo tenía otro criterio de encierre” [Omar,
Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].
Las identidades se construyen en la conuencia de diversos procesos so-
ciales. Judith Butler (2006) explica que se constituyen políticamente en
virtud de la vulnerabilidad social de los cuerpos, lo que termina consti-
tuyendo tramadas de vulnerabilidades físicas; son nalmente identidades
que se constituyen a partir de la exclusión (p.36). Sin embargo, compren-
der que determinados escenarios constituyeron formas de exclusión di-
ferenciadas implica un ejercicio de apropiación y rearmación por parte
de los sectores lgbti de los Montes de María en el presente. Identidades
antes pensadas en clave peyorativa y reorganizadas en la actualidad como
categorías políticas legítimas.
4
Como lo ha señalado el CNMH (2015), la circularidad de las violencias
revela una secuencias de violencias que en algunos casos se nutren desde
espacios micros como el hogar y terminan replicándose en la escuela, el
4 En octubre de 2014 personas de los municipios de los Montes de María constituyeron la Corporación lgbti “Todos somos
iguales” y en junio de 2015 organizaron la primera marcha del orgullo gay en el Carmen de Bolívar como una manera de
visibilizar sus reivindicaciones alrededor del respeto de sus ddhh.
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barrio y luego en espacios más amplios como el pueblo o la ciudad (p. 97).
Ese espiral de violencias es naturalizado y los sujetos en algunas ocasiones
asumen las violencias como parte del ser gay, lesbiana, bisexual o trans-
generista.
Esa naturalización de las violencias se convierte en un obstáculo para com-
prender la identidad propia como legítima y valedera, sobre todo cuando
se encuentra inmersa en unos contextos violentos con presencia de actores
armados. Hoy las víctimas entrevistadas que se nombran como parte de
los sectores lgbti, han constituido organizaciones a través de las cuales
exigen respeto por sus derechos humanos. Con el uso y reconocimiento de
la sigla engloban una idea de colectividad estratégica para posicionar una
parte de sus identidades.
Pero a su vez, esa idea de “colectividad” ha sido potenciada con los proce-
sos de reconstrucción de memoria histórica y reparación, pues en los espa-
cios que se han ido generando se han encontrado con otros que sufrieron
afectaciones parecidas. En este orden de ideas, la identidad se refuerza a
partir del recuerdo que le da sentido a exclusiones que sufrieron en común,
ya que, tal como arma Beatriz Sarlo (2005), “el núcleo de cualquier iden-
tidad individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia (de ser
uno mismo, de mismidad) a lo largo del tiempo y del espacio. Poder re-
cordar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad” (pp. 24-25),
de manera que “los periodos de crisis internas de un grupo o de amenazas
externas generalmente implican reinterpretar la memoria y cuestionar la
propia identidad” (p. 26). En ese sentido, se activan procesos identitarios
y de activismo político en medio del proceso de recordación y reconstruc-
ción del pasado en clave grupal.
Estas identidades son políticas en el marco de las formas modernas de
movilización política, en palabras de Stuart Hall (2003) en “su relación
axial con una política de la situación”, es decir, no se asumen como “esen-
ciales”, sino como resultado de unos marcos especícos de necesidades
compartidas. Estas identidades pueden ser comprendidas desde un enfo-
que estratégico y posicional. En palabras de Hall, tienen que ver con “las
cuestiones referidas al uso de los recursos de la historia, la lengua y la cul-
tura en el proceso de devenir y no de ser. Entonces la pregunta no es «quié-
nes somos» o «de dónde venimos», sino en qué podríamos convertirnos,
cómo nos han representado y cómo atañe ello al modo como podríamos
representarnos (pp. 17-18)”. Esto incidirá en la manera en que deciden
nombrarse en el presente y en la construcción de horizontes de futuro a
partir de la reorganización de sus identidades.
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Los procesos que producen nuevas subjetividades y marcos políticos de
reconocimiento, construyen sujetos susceptibles de «decirse» (Hall, 2003,
p.20), lo que implicará estrategias de visibilización y movilización. De allí
se desprende la primera marcha del Orgullo Gay realizada en el Carmen de
Bolívar en junio de 2015, pero también su incidencia en los planes de de-
sarrollo locales y departamentales, sus denuncias y articulación con fuerza
pública y ministerio público cuando han sentido sus derechos atropellados.
Sin embargo, como se ha señalado, esta reorganización y rearmación de
identidades a partir de las condiciones de posibilidad del presente no solo
se enmarcaran alrededor de las identidades de género y orientaciones se-
xuales. Ningún sujeto detenta una única posición social, las identidades
suelen entretejerse, -y como hemos visto en la primera parte de este artí-
culo-las experiencias vitales que recuerdan los sectores lgbti entrevista-
dos se funden con los recuerdos del resto de habitantes de los Montes de
María. En el presente asumen su construcción identitaria desde una de-
marcación política lgbti, se asumen Montemarianos y, con ello, le dan un
sentido colectivo a sus afectaciones en el marco del conicto que superan
el daño individual; se revisten de una nueva categoría jurídica: también
son víctimas del conicto armado.
El reconocimiento del pasado compartido y los hechos vividos modelan
un conjunto de experiencias traumáticas para miles de personas; marca las
relaciones sociales y permiten la construcción de memorias compartidas
(cnmh, 2013, p. 32). En el marco de la Ley 1448 , el reconocimiento de los
sujetos como víctimas del conicto armado reviste una nueva importancia,
implica la inserción como sujetos de derechos de sectores poblaciones que
antes no eran reconocidos y que fueron de los últimos en nombrarse vícti-
mas con unas afectaciones en especíco. En palabras de Martha, el punto
de inexión para ellos fue la participación en los procesos de reconstruc-
ción de memoria histórica para el informe Aniquilar la diferencia, señala
que “primera vez, desde que nosotros fuimos con el Centro de Memoria
Histórica fue que nosotros comenzamos a saber nuestros derechos porque
nosotros estábamos ignorantes […] de los derechos que teníamos como
víctimas que somos” [Zambrano, entrevista: 31 de enero de 2016].
Pero más allá de la condición jurídica que implica la categoría “víctima”,
las personas entrevistadas la han resignicado como un nuevo espacio
identitario y de reivindicaciones. Se miran a sí mismos en su condición de
actores sociales con un rol de importancia en los procesos transicionales,
saben que tienen el derecho a la dignicación y al reconocimiento (cnmh,
2013, 34). La categoría de víctima llega a agenciar procesos sociales en
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el territorio, no solo se revisten de un espacio colectivo de agencia lgbti
sino que su condición de víctimas les genera nuevos espacios compartidos
con otros iguales con los que encontrar sinergias en demandas y reivindi-
caciones sociales. Esta conjugación de realidades y categorías del accio-
nar político se vinculará a sus expectativas de futuro y reparación, en el
dialogo con la nueva institucionalidad y las preguntas por su lugar en el
denominado postconicto.
A manera de conclusión
El presente artículo procuró aproximarse no solo a las versiones del pasa-
do de los sectores lgbti en municipios de Montes de María-y la manera
en que los afectó la guerra-sino a los contextos y procesos en que están
surgiendo sus memorias y haciéndose públicas. Se indagó en las maneras
en que el género y la sexualidad estipulan ciertos lugares de enunciación
y estos a su vez pueden determinar formas especícas del recuerdo. Lejos
de armar una “naturalización” del recuerdo a razón de una idea biologi-
cista del género, nos preguntamos por el género como proceso social que
permite recordaciones distintas según el lugar que cada sujeto ocupa en el
mundo.
Consideramos que los modos de hacer memoria de los sujetos se arman a
partir de un entramado de experiencias vitales situadas en unos marcos de
socialización dentro del binarismo de género y de acuerdo a las dinámicas
territoriales del conicto armado, que deberán analizarse para cada traba-
jo particular de memoria. Queda pendiente para próximas investigaciones
vincular las dinámicas territoriales con las formas de recuerdo de la amplia
gama de sujetos que conforman los sectores lgbti en sus especicidades:
lesbianas, gays, bisexuales y personas trans; que constituyen una multipli-
cidad de memorias y experiencias que superan la sigla lgbti como esce-
nario único de enunciación.
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