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Edwin José Corena Puentes, Christian Javier Maldonado Badrán
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
Llama la atención cómo esta idea de un “nuevo tiempo” dentro de la his-
toricidad del conicto armado colombiano no solo se concentró en el dis-
curso del gobierno de Uribe Vélez. Desde ciertos sectores de la academia,
así como desde la sociedad civil, se empezaron a gestar discursos que for-
mulaban maneras de asumir lo que ya consideraban un pasado, el pasa-
do del paramilitarismo (Acevedo, 2008). Sin embargo, también surgieron
interpelaciones a esta narrativa que reclamaban ante la continuidad del
paramilitarismo (lo cual evidenciaba el fracaso de los procesos de desmo-
vilización) y la presencia insurgente en buena parte del territorio del país
(Palacios, 2012; Duncan, 2015).
Ese ajustado escenario que empezó a fraguarse desde 2006 y continúa has-
ta la actualidad, revela los desafíos de rotular las deniciones temporales y
semánticas de lo que se considera pasado reciente. Develar los momentos
en los que se afectan las relaciones del tiempo y se da paso a un nuevo
régimen temporal ocasiona fuertes tensiones alrededor del conjunto de ac-
tores que promueven los sentidos del pasado en el presente y en los hori-
zontes de expectativas (Koselleck, 1993).
Sin embargo, queremos argumentar que en Colombia - sin desatender las
continuidades del conicto- podemos decir que asistimos a la emergencia
de un nuevo tiempo que se fundó entre 2006 y 2011 con la expediciones
de las dos leyes a las que hacíamos referencia anteriormente. Este cor-
te temporal no lo entendemos como post-conicto, más bien podríamos
acuñar la idea de que vivimos en una transición atrapada. Es decir, un
tiempo histórico que ha ralentizado algunas dinámicas del conicto arma-
do: desescalamiento de combates, disminución de tomas de poblaciones,
recuperación territorial del Estado. Pero también un tiempo que ha mos-
trado nuevas formas de organización de las violencias del paramilitarismo
post-desmovilización, y unos ajustes de la estrategias de la guerrilla de las
farc (González, 2014; cnmh-dav, 2015).
En esta transición atrapada también ha tenido lugar la emergencia de las
víctimas como un actor central que ha empezado a disputarles a los dis-
tintos actores del conicto un espacio en la producción de los sentidos
del pasado. Desde distintas organizaciones se han concretado ejercicios de
memoria histórica que postulan narrativas con énfasis en la voz de quienes
sufrieron las arremetidas del conicto armado. Documentales, canciones,
libros, cartillas, obras teatro, murales, por citar algunas expresiones de la
haberse desmovilizado las auc y al tiempo que la guerrilla no era considerada como un actor armado, sino un grupo terrorista,
desaparecía entonces el elemento político como eje del conicto. Por tanto, el país había ingresado en un “nuevo tiempo”
gracias a la política de Seguridad Democrática.