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Reseña
Rodríguez, Reina María (2013). Bosque negro. Antología personal/Prólogo:
Jorge Miralles. La Habana: Ediciones Unión, 292 pp. ISBN: 9593081461
Arnaldo E. Valero*
Instituto de Investigaciones Literarias “Gonzalo Picón Febres”
DOI: http://dx.doi.org/cl.23.2016.11
Recibido: 15 de julio de 2015 * Aprobado: 23 de octubre de 2015
La autora de Bosque negro lleva décadas descendiendo a sus profundidades sola
y desnuda. Ella sabe que “para toda mujer hay un trono/ en el centro de un hom-
bre” y ha recibido cartas con lluvia. Antes de cumplir los treinta años de edad
pudo haber sido denida como una escritora que había logrado una comunión
absoluta con los más elevados secretos de la existencia, lo que hubiese bastado
para concederle un lugar prominente en el ámbito de la poesía hispanoamericana
del siglo XX. Sin embargo, por atesorar un elevado criterio estético y una integri-
dad inquebrantable, Reina María Rodríguez también ha ofrecido un testimonio
único de la situación de minusvalía que millones de cubanos han padecido por el
empeño del clan de los hermanos Castro de seguir en el poder tras la disolución
del Bloque Soviético, por lo que hoy en día ella podría ser catalogada como la
autora de una obra cuya lectura es fundamental para liberarnos de la «Fantasía
Roja», el metarrelato que ha hecho de América Latina un territorio condenado a
la reincidencia y la perpetuación del totalitarismo.
Quienes corran con la fortuna de leer esta antología podrán advertir que tienen
en sus manos un espejo capaz de reejar la naturaleza más profunda de las emo-
ciones, incluidas las más complejas y difíciles de descifrar, por lo que les será
posible entender muchas experiencias que en algún momento pudieron resultar
incomprensibles. Piénsese tan solo en cómo estos versos de “Poema para cada
* Docente, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.
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Lelia” revela el sino de una pareja que decide reconciliarse tras una ruptura oca-
sionada por la intrusión de un tercero:
al final George todos regresan
vuelven y te querrán
para siempre
pero vuelven
demasiado profanados para convivir.
Así son los versos de Para un cordero blanco, poemario con el que Reina María
Rodríguez obtuvo el Premio Casa de Las Américas en 1984. Pero a la escritora
que había debutado con La gente de mi barrio (Premio 13 de marzo, 1976) y
Cuando una mujer no duerme (Premio Julián del Casal, 1980) no le bastó con
cultivar una estética anclada en su capacidad epifánica. En 1998, tras haber pu-
blicado En la arena de Padua (1992) y una deslumbrante joya en prosa titulada
Travelling (1995), volvería a ganarse el Casa de Las Américas con La foto del
invernadero, un poemario cuyo entramado intertextual se consuma gracias a las
revelaciones ofrecidas por Roland Barthes en La cámara lúcida.
Por haber nacido en Cuba, en 1952, Reina María Rodríguez también es una es-
critora marcada por un lugar y una historia concreta, historia que alcanzó niveles
de verdadero horror tras la disolución del Bloque Soviético. La crisis experimen-
tada en esa isla durante el «Período especial» operó en ella una transformación
semejante a la del personaje de la alegoría de la caverna de Platón. Liberada del
engaño, empezó a escribir Otras cartas a Milena (2003) y Bosque negro (2004),
libros decisivos para advertir la realidad oculta tras la urdimbre de falacias y
mentiras proyectadas por los aparatos ideológicos del Estado cubano. Del poe-
mario que brinda su título a la antología que nos ocupa, me permitiré citar un
texto, in extenso, para que el lector vislumbre aquello de lo que ha sido testigo
esta «hija de la Utopía»:
Comida para gatos o la cantidad hechizada
Los gatos son los más engañados con esta cuestión de la esca-
sez. Les echo pedacitos de carne, pedacitos de pescado, peda-
citos de cualquier cosa. Nunca cosas completas. Ellos suspiran
por lo que vendrá. Me miran, tienen la ilusión de que vendrá des-
pués “la cantidad”, por eso resisten. La cantidad es para ellos el
sueño.
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Experimentar algo para lo cual no hay lugar estético, confunde; sin embargo, la
escritora galardonada en el 2014 con el Premio Iberoamericano de Poesía Pa-
blo Neruda intuyó que lo único que podía hacer como escritora era deshacer
esa realidad bajo el efecto de otra sintaxis. Desde entonces, ha escrito Catch
and Release (2005), El libro de las clientas (2005), Las fotos de la señora Loss
(2009), María Mariosh (2010), Poemas de Navidad (2011) y El piano (2013), un
catálogo de libros cuyo lenguaje y visión del mundo enriquecen nuestra percep-
ción de lo afectivo, lo doméstico, lo cotidiano, lo histórico, lo político, lo mí(s)
tico y lo ético. Libros insuados por la vitalidad de alguien consciente de haber
sobrevivido a una catástrofe o, lo que es casi igual, de haber estado demasiado
“Tiempo en el fondo”:
A remover
trozos de hielo
a flotar
sobre las piedras
como las truchas
debilitadas
después de haber puesto
los huevos,
la sensación.
A flotar
contracorriente
(las escamas empobrecidas
todavía débiles)
pero con la energía de haber vivido
mucho tiempo en el fondo.
Sirena cuyo canto hace del mar un puente que debe ser cruzado para que la me-
táfora sea comprendida a cabalidad, Reina María Rodríguez cierra su antología
personal con una selección de El libro de las luciérnagas (inédito). Por experien-
cia, ella sabe que “En la la siempre [se avanza] hacia atrás” y que “abrazar un
cuerpo/cuesta la dimensión del otro/que nunca anticipa su crueldad”; sin embar-
go, no por eso ha dejado de anhelar un sendero lírico que haga posible el regreso
de tantos peregrinos que ansían “hallar un sitio de reposo (…) donde no suceda
más la destrucción” y los relojes anuncien un despertar pacíco.
En denitiva, las páginas de Bosque negro. Antología personal podrían ser ate-
aRnaldo e. ValeRo
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soradas como ejemplo puntual de eso que Albert Camus catalogó como «el arte
de aprender a vivir en tiempos de catástrofe», ellas contienen el espíritu de una
escritora que se ha negado a ser sirvienta del odio y la represión, a pesar de haber
experimentado en carne propia la indefensión de lo humano ante la Historia. Por
todas estas razones, se podría decir que esta antología está poblada de ores, es
decir, de “recompensa[s] que ha[brán de ser] guarda[das] contra los abusos de la
supercie”.
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