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Cuadernos de Literatur a deL C aribe e Hi spanoamér iCa • i ssn 1794-8 290 • no. 21 • enero -Junio 2015 • 199 - 208
reseña
rales, se mueven con y en la cultura local, y con y en la cultura latinoamericana,
Dos marcos culturales que aparecen constantemente referidos y analizados en el
libro de Moreno. Esto implicó comprender las singularidades sociopolíticas de la
literatura en cada una de las latitudes –La Habana y Buenos Aires–, al tiempo que
comprender las redes de comunicación e intercambio que conformaban los dife-
rentes campos y las fuerzas del campo literario latinoamericano que, a su vez, era
denido en términos de tensiones político-sociales en el marco de la organiza-
ción occidental tras las guerras mundiales, y de cara a un mundo donde la indus-
tria del espectáculo se entronizaba. Moreno elabora las realidades políticas, cul-
turales, materiales, sociales locales y latinoamericanas de manera integral, lo que
pone al lector frente a un texto que se esfuerza constantemente por mostrar los
hilos que parecen jalonear a ambas revistas. La invención de una cultura literaria
de Moreno entrelaza estas realidades y en movimientos de zoom in y zoom out
nos aproxima a lo micro para luego ordenarlo en lo macro, así logra que palpe-
mos las tramas personalísimas (esas que se tejen en el chismorreo, en los episto-
larios, en la vida privada y semipública, en las amistades y roces, y nalmente
enemistades) para comprender lo macro (las tomas de posturas, los aparentes
alejamientos del programa original, los cambios de contenido, etc.).
De suerte que Francy Moreno decide problematizar a ambas publicaciones a par-
tir de su presentación editorial. Pero la autora no se introduce en la interpretación
de los propios textos, sino que los rodea, evidenciando las condiciones de enun-
ciación de ambos, para lo cual precisa de decirnos quiénes eran Victoria Ocampo
y Lezama Lima en 1931 y 1944, respectivamente. Se hace necesario conocer a
estos individuos en sus correspondientes entornos culturales y vitales, y apuntar
las implicaciones de los lugares de enunciación elegidos por cada uno: Ocampo,
una mujer de la “nobleza de renta” se aventura a fundar una revista entre amigos
de élite; mientras que Lezama inicia Orígenes desde la consecuencia de un tra-
bajo estético y ético previo, desde la continuación de sus cavilaciones respecto a
quién es Cuba. Motivaciones distintas, pero un momento estético compartido, el
momento en que lo que era literatura, lo que era arte, lo que era bello, se colmaba
de ambigüedades. Por un lado, la cultura de masas, proveniente de la industria
de espectáculos sostenida en los medios masivos de comunicación y producción;
los procesos de democratización de la literatura (alfabetización, incremento de
escolaridad) y la realidad social organizada, cuya fusión con el arte se venía de-
batiendo con treguas y pequeñas batallas ganadas desde principios del siglo XIX
en América Latina. Así, tanto Sur como Orígenes en sus editoriales se plantan
ante este momento para levantar un cerco a la ambigüedad y a la realidad social:
el arte anda en los límites de lo físico (así comprendo la carta de Ocampo donde