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se ve también reejada en el siguiente aparte: “Ella, solo ella, [Marlene Tello]
con su talento había podido esculpir a Gema Brunés. Le impuso gustos, opinio-
nes, extravagancias. La convirtió en símbolo, logotipo, ícono, deidad, código de
barras” (BA, p.92).
Aquí se presenta la falta de criterio de Gema al no tener voz ni voto para mani-
festar si eso era lo que realmente deseaba hacer con su vida, o si simplemente lo
que quería era una existencia más simple, como la que ella ya tenía al lado de su
amado Helios, y sus padres: “En cuanto a ella, prefería ser una ama de casa en
Colombia que una princesa en Europa” (BA, p.179). Se puede inferir con la cita
anterior que el verdadero deseo de Gema era ser una mujer con una vida sencilla,
menos agitada, no la que le fue impuesta: una vida llena de cámaras, viajes y
constantes entrevistas que le negaban la posibilidad de tener privacidad.
En lo que respecta al destino de la mujer, desde que nace Gema es “la niña de
papá”, como se le ha denominado en la novela, es decir, existe una predestina-
ción desde la más tierna edad a existir para los demás: “Ven acá, mi Gema. En
denitiva, tú haces muchas tonterías. Ven acá. Ven acá, mi cielo, divina, mama,
mi todo, mi vida, mi alma, mi yo” (BA, p.296). Es innegable que toda niña se
encuentra dotada de motivaciones y fuerza psíquica propia; sin embargo, a Gema
se le muestra solo una manera de ser que ella podrá exhibir a futuro; según Ma-
donna Kolbenschlag (1994), se trata del “objeto deseable”: una mujer adiestrada
en el arte de la seducción cosmética, que sabe cómo agradar a los hombres, como
se puede ver en la siguiente cita: “Ella besó primero a Leopoldo Maestre llamán-
dolo ‘papito’” (BA, p.83). Más adelante, ella misma lo expresa de esta manera:
“No he pasado en vano la mitad de mi vida trabajando como esclava para con-
vertirme en una encarnación de la belleza […], si me muero, lo haré como lo que
soy, la regia Gema, la más atractiva y deseada” (BA, p.25). Gema es una mujer
inminentemente seductora, disciplinada en este ejercicio, lo cual crea en ella una
necesidad compulsiva de adulación.
Seguidamente, Kolbenschlag (1994) señala que existe otro modelo de feminidad:
aquella “que vive para el otro”, la que ha sido adiestrada para la abnegación, la
entrega y el sacricio, comportamientos nutricios en detrimento de las actitudes
iniciadoras (p.31). Este tipo de mujer se haya relacionado con la protagonista
de SDM, Teodora Vencejos, quien fue educada para “dormir”, en el sentido de
aguardar la aparición del esperado “otro” que habrá de dar sentido y plenitud a
su vida, como vemos en esta cita: “Hay tanto que hacer… -Teodora inclinó la
cabeza. -Galaor exige muchos cuidados y yo soy responsable de él. Mi madrina
así lo dispuso” (SDM, p.31).
Cuadernos de Literatur a deL C aribe e Hi spanoamér iCa • i ssn 1794-8 290 • no. 21 • enero -Junio 2015 • 83 - 102
JuLiana de La Cruz bermúdez, eiLys gonzáLez martínez, aLbenis Ventura Jiménez