43
mexicano
4
– para darle cabida al hecho escriturario como el urgente aconteci-
miento revolucionario. Importa mencionar tal evento –inscrito como propuesta
desde una modernidad literaria de cuño europeo–, no para reiterar aquí el muy
documentado impacto teórico sobre dicha generación, sino para destacar la im-
portancia de tal reexión en la producción ensayística de Julieta Campos. En el
texto “Función de la novela” (Campos, 2006)
5
, enumera y describe puntualmen-
te los nombres y las tendencias teóricas y críticas que identican las escrituras
y los gustos de sus colegas. Entre quienes se instituyeron como modelos en su
marco conceptual e intuitivo, se destacan narradores como Woolf, Muriac, Mu-
sil, Hesse, Joyce, Kafka, Proust o Broch, además se señala la importancia de los
metódicos análisis literarios realizados por Percy, Lubbock, Forster, Castellet, en
benecio de su propio quehacer como crítica. Al mostrar interés en los derroteros
intrínsecos de la modernidad, Campos tiene en cuenta para sí y para sus lectores
el cúmulo de reexiones, de búsquedas y experiencias literarias de su época, le
interesa señalar su gusto por una literatura experimental, muy afín a la de Sal-
vador Elizondo
6
, sin que esto suponga un mero circular de temas, estrategias o
enlaces caprichosos.
4 La idea del escritor-político-intelectual tiene cabida en México durante todo el siglo XIX y también en el XX;
algunos han tenido la posibilidad de trabajar para el gobierno en turno, y la virtud de criticarlo hasta sus más
hondas raíces. Pensemos solo en los más difundidos: Martín Luis Guzmán, Mariano Azuela, Rosario Castel-
lanos, Agustín Yáñez, Carlos Fuentes; punto y aparte es Juan Rulfo. La Generación del Medio Siglo o “de la
ruptura” se vuelca en la pregunta sobre el arte, y si desde aquí se puede también ncar la “trinchera de las letras”
contra el crisol de motivos en torno a una frustrada revolución mexicana.
5 En la antología de Campos citada, pero en el volumen II, Razones y pasiones. Ensayos escogidos (2006, pp.11-
94). Este ensayo de Campos es el primero, si no el único, en donde aparecen las tendencias e inuencias de
una generación tan amplia como esta, y se documentan sus tendencias de una manera importante. Este texto es
crucial para comprender la escritura de sus pares, principalmente Juan García Ponce y Salvador Elizondo.
6 La insistencia de Monsieur N. por proyectar la imagen (o el signo histórico/cultural/artístico) de una ciudad-isla,
que es reejo de otra imagen semejante, “obedeciendo a una compulsión que no puede ni quiere inhibir: ¿isla:
espacio imaginario del discurso, emerge del caos cada vez que alguien la sueña: cada vez que alguien dibuja su
contorno sinuoso en una servilleta blanca” (1997, p.481), es el nodo de la novela El miedo de perder a Eurídice,
(primera edición 1979), es la novela más experimental de Campos, su estructura abismada (mise en abyme)
muestra obsesivamente el lugar de la imaginación como el espacio desde el cual nace la obra. Respecto a la es-
critura afín a Salvador Elizondo, consideramos que esta forma de concebir y de identicar un tiempo y un lugar
en donde el relato los haga simultáneos, sin importar las distancias físicas ni los tiempos históricos, tiene claras
alianzas con las formas fabulosas que el escritor mexicano intuye como ámbito literario, citemos un ejemplo
de El hipogeo secreto: “La ciudad sería el término de todas las rutas de los trashumantes del mundo, la urbe
prevista desde el origen de todos los pueblos nómadas y su arquitectura sería como el reejo de los atavismos
milenarios, la cristalización y el n de todo impulso de viaje, el puerto de todas las naves y el nal de todos los
caminos. Así la sueña y conforme la va soñando la ciudad toma forma en su memoria […], toda la arquitectura
que la componía era una serie innita de reejos y […] la ciudad misma era como el reejo de una aspiración
reejante que a fuerza de ser violenta se derrama y se incendia visiblemente para ser concebida así, en mitad de
la noche… la arquitectura es el reejo del caos en un espejo que todo lo ordena… no es, a pesar de todo, sino la
organización mental de la materia” (1999, p.223). Si esta es la imagen de una ruta, la cristalización, el reejo,
puro impulso y caos organizado por la estrategia narrativa de un relato, lo más llamativo es que deviene en una
otra isla, semejante a la que una y otra vez Julieta Campos da forma en su imaginación y realidad en el texto,
realidad en donde no es preciso deslindar lo posible de lo vivencial porque todo sucede en el instante propio de
su lectura.
Cuadernos de Literatur a deL C aribe e Hi spanoamér iCa • i ssn 1794-8 290 • no. 21 • enero -Junio 2015 • 39 - 59
maría estHer CastiLLo