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De esa forma, los que no son como
nosotros, como en el caso de los gru-
pos humanos víctimas de genocidio,
tienen que verse abocados en muchas
ocasiones a las gramáticas de gestión
de la memoria y el olvido de otros
grupos humanos, y dicha gestión,
cabe decir, puede llegar a ser regu-
lada por un nihilismo emocional, es
decir por unos valores en los cuales
no se cree con convicción metafísica
sino es para inferiorizar a otros. Ello,
desde luego, pueda que suceda muy
a menudo, como cuando se observan
noticias, sobre las vicisitudes del pue-
blo palestino, o de los refugiados que
en épocas presentes deben migrar a
los distintos países de Europa. Claro,
la cuestión no radica en la noticia en
sí, sino en el hecho de que al apre-
ciarse esta como cosa de rutina pue-
de suceder que se hagan comentarios
piadosos de inferiorización en lugar
de comentarios piadosos bieninten-
cionados que motiven a la ayuda y
la cooperación. Bien se puede decir,
por tanto, que hay personas que son
injustamente olvidados aun teniéndo-
los en frente, así como también hay
a quienes se les construye una deter-
minada confi guración discursiva que
los inferiorice, y que a su vez los haga
ver como poco importantes, con el
objetivo, entre otros, de que se olvi-
den los vejámenes que contra ellos
se cometen. Por lo tanto, también se
puede decir que la gestión de la me-
moria y el olvido bajo una pérdida de
sentidos y valores, que de cualquier
forma contenga dentro de sí creencias
bien arraigadas, puede llegar a cons-
tituir una forma de tortura, entendi-
da esta no solo como maltrato físico,
sino como una desnudez solitaria en
la que todo es posible, en palabras de
Ignacio Mendiola (2014), o como un
despojo violento de la habitualidad o
como la negación radical de los hábi-
tats y hábitos que posibilitan la subje-
tividad, en palabras del mismo autor.
Se sostiene por tanto en este texto,
que la nuda vida puede ser construida
en esta contemporaneidad líquida y
mediática que nos circula, a través de
las complejas redes de interconexión
social que soportan el mundo globali-
zado, y si no la nuda vida, por lo me-
nos sí un sendero discursivo que pue-
de conducir a ella o, en su defecto, un
ámbito muy cercano de nihilismo. La
nuda vida, cabe decir, es para Giorgo
Agamben (2000) el opuesto del total
de los derechos humanos, una con-
dición biopolítica por la cual aquello
que no puede ser incluido acaba por
incluirse bajo la forma de la excep-
ción (Berrío, 2010), una excepción
política, sacra y moral por la cual un
individuo queda despojado de todo
(incluyendo su dignidad como ser hu-
mano) excepto de lo biológico. La de-
mocracia, o el régimen democrático
de dominación actual, en términos de
Alejandro Gabriel Soltonocih (2010),
bien puede deslizarse estructural y
sistemáticamente hacia el fascismo y
viceversa a causa de los mismos me-
canismos sociopolíticos que constitu-
yen y originan la nuda vida.
Nihilismo emocional y ontología crítica del delito: matrices de olvido y tortura
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EVISTA AMAUTA • UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO • BARRANQUILLA (COL.) • ISSN 1794-5658 • NO. 30 • JUL-DIC 2017 • 109-126